Música

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El rey del veranito

Ya no hay canción del verano. Bueno, sí la hay, pero desde que la música ha dejado de ser megapopular suele ser el jingle de un anuncio publicitario que recupera nostálgicamente una vieja canción del verano, como «El veranito», del As de la barbacoa, el amo del bimbó, el icono del «pop méditerranée»: Georgie Dann.

Verano de 1990. Georgie Dann y su mujer
Verano de 1990. Georgie Dann y su mujerlarazon

Y no sólo versionan al genio francés del turismo español las agencias publicitarias para conseguir la atención pública. Vean ese anuncio de una marca japonesa de coches que opera el milagro de convocar, mediante una máquina del tiempo, al mismísimo Raphael, recortado sobre una inmensa luna llena, cantándoles a una parejita de enamorados: «Yo, te amo con la fuerza de los mares. Yo...» Lo normal es que el anuncio sea de coña, como el de Pepe, el triste empleado de un súper que sueña con cabalgar en un corcel blanco por las playas de arena fina. ¿Y cuál es el jingle? Pues una adaptación de «Vete», la rumba que Los Amaya pusieron de moda en el verano de 1977, adaptada así: «Pepe, disfruta del solete, guárdate esto y vete, lejos de aquí.» Ver a dos émulos de los Amaya cantando debajo del agua te da un subidón. Desde el «Está como nunca el coñac que mejor sabe», pirateado del popular «Se va a Covadonga», no se había visto nada igual. Porque siempre resulta emocionante, incluso estimulante, volver a oír estos pegadizos éxitos en un momento en el que ya nadie escribe canciones que lleguen a todos los público y sean, además, grandes canciones pop.
Qué duda cabe de que ésa ha sido la razón que ha llevado a unos grandes almacenes a recuperar a la más insigne de las instituciones veraniegas, Georgie Dann, para promocionar con ritmo y humor su agencia de viajes.
El éxito ha sido instantáneo, sólo comparable con sus viejos clásicos veraniegos para ligar a la orillita del mar y mover las caderas con tu cervecita, como fueron «La barbacoa» y «El chiringuito», reconvertidos en «El veranito» y «El crucerito», himnos veraniegos que cantan incluso quienes los detestan.
Y como cada canción cuenta una historia, Georgie cierra el chiringuito y sale por la puerta moviendo las caderas y se dirige a la costa a comerse una langosta y tumbarse bajo el sol. Pero no hay que asustarse, Georgie encontrará otro chiringuito a bordo de «El crucerito», donde seguro que se topa con Ramoncín, controlando los cedés piratas del barco del amor.
¿Cuántos años lleva este francés afincado en España triunfando ininterrumpidamente con sus alegres y bailonas canciones? Desde mediados de los años 60. Primero fue «Juanita Banana» y la zarda rusa el «Casatschock», que le permitió vestirse de cosaco de fantasía y bailar dando saltos como el ballet Zoom. Después vinieron «Dime, mamá, qué es lo que tiene el negro» y «La colegiala de mi amol». Y la samba «Carnaval, Carnaval».
¿Se necesita algo más para declararlo monumento nacional, esculpido en la arena, por lo mucho que ha hecho por el turismo patrio entre guiris achicharradas como langosta a la plancha, junto al famoso chiringuito que hoy los político de izquierda nos quieren cerrar? ¡Di que sí!