Afganistán
La larga guerra de Gadafi contra Al Qaida
Tras la derrota soviética en Afganistán, los voluntarios libios enrolados en el Talibán fundaron el «Grupo Islámico Combatiente Libio» con el objetivo de derrocar a Gadafi e instaurar un califato. El dictador los combatió sin cuartel hasta el punto de que Al Qaida lo señaló como «enemigo de Dios» y decretó su asesinato. Sin embargo, en 2009, los jefes islamistas, muchos encarcelados, pactaron con el régimen la renuncia a la lucha armada y 800 de sus militantes fueron puestos en libertad por el hijo mayor de Gadafi, Saif. Con la revuelta, la mayoría se unió a los rebeldes. Comandados por Hakin al Hasidi, veterano de Afganistán y de Irak, los integristas han llevado el peso de los combates, en especial en la defensa de Misrata. Fuentes de inteligencia francesa confirman que en la ciudad de Derna ya rige la ley islámica. La región de Bengasi, epicentro de la revuelta, es el mayor vivero de combatientes islamistas de todo el mundo árabe. De hecho, Libia es, detrás de Arabia Saudí, el país que más combatientes voluntarios ha enviado a la guerra de Irak, y son, además, los que presentan una tasa más asalta de kamikazes: el 85 por ciento de los voluntarios llevaron a cabo ataques suicidas.
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