España
El otro medallero por José Luis Requero
Hace unos años quise escribir este artículo pero lo dejé: temía trasladar de la idea de pesimismo, de fijarme en lo malo. Y no era –ni es– mi intención. Llevaba tiempo recopilando unos datos que, uno a uno, resultan interesantes, pero acumulados y vistos en conjunto, el interés llevaba a la sorpresa y ésta a la preocupación. Me refiero a ese goteo de estudios que dicen, en resumen, que para lo malo vamos en puestos de cabeza y a la cola de lo bueno. Vayan unos ejemplos, algunos de este mismo año.
Un asunto constante: España es el primer país de Europa en términos de fracaso escolar, mala inserción laboral y desempleo de sus jóvenes. Lo dice la Unesco en la edición 2012 del estudio Educación para Todos. Ligados a esto me llegan otros datos: según el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas, la Fundación Cotec, Telefónica y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, somos los penúltimos en lo que aportan las actividades ligadas al conocimiento en relación con nuestro PIB. O que España, según la OCDE, va a la cabeza de Europa en problemas de disciplina escolar.
Otro más: España sigue liderando el top europeo en consumo de cocaína, según el Informe Mundial de Drogas 2012 de la ONU. Y más: el Congreso de EE UU pone a España en la «lista de cabeza» de la piratería en internet de películas, música y videojuegos. Y aún más: tras Grecia, que con Italia lidera el ranking, España tiene la medalla de bronce en la caída de la natalidad; en consonancia con tal dato, va otro más: en Europa son las españolas las que tienen hijos más tarde. Ítem más: España es el país –seguida de Italia, Portugal y Grecia– que menos ayuda la familia. En esta línea añado otro dato: España, con un crecimiento del 183%, es el país en el que se ha registrado un mayor aumento de las rupturas matrimoniales desde el 1995.
Perdonen que siga: España es el país donde más ha aumentado el número de abortos en los últimos diez años, con un incremento del 75%, seguido por Bélgica, con el 50% y Holanda, con el 45%.Únase tal dato con otro reciente que da fe de cómo vamos perdiendo capital humano: si entre 1950 y 1973 abandonaron España en busca de trabajo un millón y medio de personas, desde el 1 de enero de 2011 lo han hecho ya 927.890; de ellos 117.000 españoles de nacimiento.
Suele decirse que hay verdades, mentiras y estadísticas. Lo digo porque quiero pensar que esos datos son matizables. Por ejemplo, en el famoso ranking de universidades del mundo con reiteración no aparece ninguna española entre las primeras doscientas; pero si ese dato se desagrega por estudios y facultades, los resultados son bastante positivos. Además suelen ignorarse otros datos alentadores como el de empresas o sectores productivos e industriales en los que España es líder o datos como el que dan la Organización Nacional de Trasplantes y la Organización Mundial de la Salud: también somos líderes en donación de órganos para trasplantes.
Vuelvo a los datos negativos y, repito, sin ánimo de ser pesimista. Por matizables que sean, da qué pensar que machaconamente tengan que ver con el nervio de una sociedad, porque afectan a la vida, al futuro de nuestros hijos y, sobre todo, a la familia. Son ámbitos que permiten apreciar si un país –con sus gobernantes a la cabeza– es consciente de su realidad, si sabe a dónde quiere ir y dónde puede acabar si no cambia el rumbo; si capta que son problemas estructurales, de cimentación, porque miden su temperatura y calidad moral.
Un primer paso para enderezar el rumbo sería rectificar –y hacerlo ya– todo lo que lleva a liderar lo negativo. Pienso en leyes antifamilia –divorcio exprés, «matrimonio» homosexual o las que socavan la autoridad de los padres; antivida –aborto libre– o haber dilapidado nuestro capital humano, tanto con la política educativa catastrófica iniciada en 1985 como a base de medidas antidemográficas que van desde la píldora del día después, el mismo aborto como derecho o la falta de apoyo a las familias. Nos jugamos el futuro.
JOSÉ LUIS REQUERO
Magistrado
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