Crisis del PSOE

El buen rollito

La Razón
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Los perroflautas consideran a Rubalcaba un «colega» más porque deja «okupar» la calle y les anima en la lucha antisistema. En la crisis de los «indignados» Rubalcaba se ha retratado. Intenta estos días presentarse como un hombre nuevo desconectado de ZP, impoluto y con cierta aureola de eficacia, cuando la realidad de su gestión es la que nos muestra la televisión en la Puerta del Sol y la Plaza de Cataluña, las agresiones a diputados ante el Parlament, las acampadas lumpen en las principales ciudades del país. Rubalcaba intenta desligarse del tema endosándole la responsabilidad a la Policía, igual que ocurrió con el Faisán. Tiene la habilidad de ponerse las medallas por aquello que sale bien, y de enchufarle a otros los marrones que dejan su gestión en evidencia. Es decir, es un auténtico artista del culebreo, maestro en eludir cargas y en colgarle el mochuelo a sus subordinados. Mismamente ahora. Que sepamos es ministro del Interior, y por tanto responsable del orden público. Pero cuando habla del 15-M se quita de en medio y se limita a decir que tenemos una Policía estupenda que sabe ejercer su papel. El problema es que cuando hablas con los policías éstos dicen que ellos no hacen nada sin que lo ordene el ministro. Como es normal, por otra parte, pues el responsable de Interior no está en el cargo sólo para las fotos. Lo que le ocurre hoy a Rubalcaba es que se le ha visto el plumero. ¿Qué ha hecho para solucionar el problema? Nada diferente a aquello a lo que Zapatero nos tenía acostumbrados. O sea, marketing televisivo para vender la imagen de que los socialistas son gente «guay» dialogante, lo más abierto del universo político y que por eso mismo comprenden y animan en su lucha a los okupas de Sol, al fin y al cabo de izquierda como ellos, progresistas como ellos, y por tanto con derecho a tomar la calle, a coartar la libertad de otros, a arruinar el negocio de decenas de comerciantes que no cobran si no pueden trabajar. Si los acampados fueran sospechosos de militar en la derecha, no quepa la menor duda de que «llámame-Alfredo» hubiera irrumpido en los campamentos a golpe de porra y manguerazo. Y por supuesto se habría colgado la medalla «democrática» de limpiar de basura fascista las calles de Madrid. No es el caso. Esa es su contradicción. El actual movimiento perroflauta no es ya ni un reflejo lejano de lo que pudo ser, y ahora se ha convertido en un problema de orden público. Los antisistema violentos de la izquierda borroka han decidido tomar la calle ante la ausencia de autoridad en ella. Rubalcaba ha optado por una política de «buen rollito» según la cual uno puede montar su tienda en Sol y poner allí sin licencia un chiringuito para vender pepinos o dar masajes, todo con cartelería «alternatiba» contra la «banka» y los empresarios, nunca contra el Gobierno. Faltaría más. Este gobierno ha generado 5 millones de parados pero Rubalcaba es genial porque es colega como ellos, deja «okupar» las calles sin problema, y además anima al personal en la expresión de su «rollo» antisistema. ¿O no?