Radio

Talaya y Prieto

La Razón
La RazónLa Razón

Lo malo de rotarse las columnas con periodistas como Santiago Talaya o Manolo Prieto es que te secan la mata del análisis. Tienen la fea costumbre de dar en el clavo y así, el que empieza a escribir estas líneas sin saber dónde va a apuntar, anda recogiendo los dardos que escupen las últimas circunferencias de la diana. Yo cada vez que abro este recuadro me acuerdo del arenero de La Maestranza que borda con una regadera de lata las dos líneas rojas de los tercios. Mantiene el pulso, mantiene firme la gorra, y anda corre que te pillo entre toro y toro dejando las rayas como si fueran hechas a compás. Escribir una buena columna debe ser algo parecido. Sobre todo por lo de ir derecho y corriendo –«el buen periodismo es literatura bajo presión», decía Hemingway–. Y por eso, me atrevo a decir que mis compañeros de rincón han movido las teclas esta semana con la diligencia del delineante de la plaza sevillana. Que hoy, por cierto, abre su Feria de San Miguel.
Me limito a suscribir lo dicho por Talaya ayer. Una vez más la torpeza del PP de «cebarse en el señuelo tan hábilmente lanzado por Pizarro». El señuelo es la aprobación del decreto que indemniza con 1.800 euros a las mujeres que fueron peladas u obligadas a tomar aceite de ricino durante la Guerra Civil y la dictadura. Y la torpeza es porque tanto la crítica feroz de Cospedal y del consejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid, como las evasivas de Arenas, dejan a este partido exactamente en el disparadero que pretendía la Junta y el PSOE-A: en el de la herencia del franquismo, la connivencia antes que la condena abierta y todo ese argumentario al que el socialismo ha apelado, con son de matraca, en los últimos treinta años.
A Prieto le robo una frase, en relación al pago en solares que pretenden ahora los ayuntamientos: «De lo que se trata es de sustituir un bien sumamente escaso, como es el dinero, por otro más o menos abundante como es el suelo». Y con éstas, listas las rayas, me retiro.