Más Lomana que nunca

Lomana sabe cómo dejar con la boca abierta al personal. Hace lo que quiere, como quiere y cuando quiere. Y lo hace bien. Algunos quisieron poner fecha de caducidad al «lomanismo» como corriente de vanguardia, pero ella demuestra un día sí y otro también que sigue en alza. Bastaba con ver la chiquillería que esperaba a las puertas del Billionaire marbellí de Briatore para rendirle pleitesía en la noche de su cumpleaños, y, de paso, ver de cerca a las Nancys Rubias, con Mario Vaquerizo al frente. Sólo los que lograron entrar pudieron ver la versión «Deluxe» de las peluquitas con un David Delfín. Juntos rompieron con los esquemas de algún que otro marbellí anquilosado en las cenas de gala de «rancio» abolengo. Lomana no es así. Impecable en el fondo, sabe cuándo ahí que romper con las formas. Sólo ella sabe combinar lo clásico con un toque de riesgo. «Sólo quería que la gente se sintiera como en casa, que hicieran lo que les diera la gana sin tener que estar marcados por el protocolo», asegura ella con los 63 años recién cumplidos. Hay quien dice que se gastó 15.000 euros en la fiesta. Pero con Carmen resulta feo hablar de «cash», entre otras cosas, porque su generosidad no entiende de ceros ni de primas de riesgo. Aunque, eso sí, si no saben dónde invertir, pregúntenla, que en finanzas está tanto o más puesta que sobre «chaneles» y «vuittones».

A examen
Convocatoria: cumpleaños de Carmen Lomana en Billionaire (Marbella).
Nivel de famoseo: Mario Vaquerizo al frente. Lo más.
Los canapés: el puesto de chucherías, impagable. El champán Vin Doré, con partículas de oro, a la altura.
Lo mejor: el esfuerzo de Joaquín Torres por acudir a felicitar a Carmen.
Lo peor: que no lo pueda celebrar todos los días.
Valoración final: *****