Literatura

Literatura

Adeus por María José Navarro

La Razón
La RazónLa Razón

De las primeras cosas que hice en esta profesión fue entrevistar a Fraga. No de las primeras cosas gordas, no, de las primeras, y encima, con Fraga. He de contarles a Vds que, aquí donde me ven, con este páramo intelectual que llevo en todo lo alto, puede que haya hecho más entrevistas a este hombre de las que nunca imaginé. Unas veces fruto de la casualidad, otras de la oportunidad y alguna suelta que me tocó cuando uno de mis jefes se escaqueó del encuentro con Fraga. Les mentiría si les dijera que eso nos acercó o nos dio cierta confianza o que conversábamos con soltura. Ni hablar. En los preliminares me hacía el mismo caso siempre, es decir, ninguno, y después contestaba sin dejarme acabar las preguntas, cosa que ayudaba bastante para aplacar mi balbuceo y que, además, era casi una característica del estilo de Fraga. La primera vez yo era una pardilla con la cara redonda y las cejas muy grandes y él llegaba a una ciudad pequeña de visita al partido. Habíamos preparado todo con mucho cuidado y tratando de que nada fallara porque sabíamos del carácter de aquel terremoto humano. Bien, pues el terremoto humano llegó, se sentó en la silla primorosamente preparada y la silla cedió. Cedió, se rompió, se hizo trizas y el trasero de Fraga aterrizó en el suelo de manera abrupta. Dio un salto, se levantó, y me metió prisa para empezar a grabar. Y se le escapó una sonrisilla. Estos días en los que se recuerda su figura política, su pasado, su controvertida actuación durante el franquismo, yo me quedo (como manda la transición) con aquel momento en el que se tomó muy poco en serio.