Baloncesto
Lin el último sueño americano
El juego del base Jeremy Lin se mantuvo como el centro de atención dentro de la NBA en el duelo que protagonizó junto con el novato español Ricky Rubio y que permitió a los Knicks de Nueva York conseguir el quinto triunfo consecutivo tras derrotar a domicilio 98-100 a los Timberwoves de Minnesota.
MADRID- Jeremy Lin (23-8-1988, Palo Alto –California–) llegó al aeropuerto JFK de Nueva York en plenas Navidades de 2011 como un estadounidense de rasgos asiáticos más. Sus 1,91 metros y sus 91 kilos no llamaban la atención. Acababa de ser despedido por los Rockets de Houston, no era uno de los 450 mejores jugadores de baloncesto del mundo y buscaba un hueco en los Knicks después de disputar poco más de 30 partidos en dos temporadas en la NBA. Era un jugador marginal más. Se alojó en un apartamento de Manhattan en el que reside su hermano Josh, estudiante de la Universidad de Nueva York. Ante la falta de espacio tuvo que dormir en el sofá. Eso en el mejor de los casos. Otras noches, los días que Josh organizaba fiestas, su compañero en los New York Knicks, Landry Fields, le acogía amablemente en el sofá de su casa.
El anonimato en el que ha vivido Lin hasta hace apenas diez días le perseguía en sus primeras jornadas de entrenamiento en el Madison. Los empleados de la Meca del baloncesto estadounidense le prohibieron el paso los primeros días porque creían que se quería colar en el Pabellón, le confundieron con un fisioterapeuta... Eso hasta que Mike D'Antoni, el técnico del equipo, decidió que aquel jugador a prueba no le servía. Le mandó al equipo de la Liga de Desarrollo, los Erie Bayhawks, una competición en la que los jugadores matan por dar el salto a la NBA. Allí, un triple doble (10 o más en tres apartados del juego), las lesiones y la baja forma de sus compañeros de posición en el equipo de la Gran Manzana le permitieron regresar a la primera plantilla.
El 4 de febrero, ante los Nets, el Madison descubrió a Lin. Los Knicks, que luchan por ocupar una de las últimas plazas que dan acceso a los «playoffs» en el Este, se medían a sus vecinos de los Nets. D'Antoni recurrió a él como medida desesperada. Ganaron los Knicks y Lin no se cortó. Anotó 25 puntos con 19 tiros de campo. En el siguiente partido fue titular por primera vez. Nueva victoria ante los Jazz con 28 puntos. Ante Washington repitió. Triunfo y 23 puntos. Llegaron Los Angeles Lakers a Nueva York y a Kobe Bryant no se le ocurrió otra cosa que decir ante una pregunta sobre Lin: «¿Quién? No tengo ni idea, no he seguido la última semana de este jugador». La respuesta del base le convirtió en el nuevo héroe de la ciudad. Anotó 38 puntos en la cuarta victoria consecutiva del equipo. La quinta fue ayer ante los Wolves de Ricky. Las camisetas con el número 17 ya se han agotado en la tienda oficial de los Knicks.
Lin ya ha superado las denuncias por racismo que presentó debido a vejaciones que sufría por su origen asiático. Se ha convertido en la gran estrella de la Liga en un equipo donde sus dos referencias, Carmelo Anthony y Stoudamire, no han dado la talla. Con una historia más propia de Hollywood que de Broadway, Lin es el máximo anotador de la NBA en sus cinco primeros partidos de una temporada desde 1976. Promedia casi 40 minutos, anota casi 22 puntos, reparte más de 8 asistencias, atrapa casi cinco rebotes, es uno de los jugadores que más faltas provoca...
Hijo de emigrantes taiwaneses, Lin fue uno de los mejores jugadores de las ligas universitarias menores con Harvard. No le bastó para entrar en el «draft», aunque en 2010 se coló en la plantilla de Golden State Warriors. Fue un jugador marginal y con el «lockout» trató de buscarse la vida en los Rockets de Houston. Fracasó. Aguantó unas semanas de la pretemporada hasta que su destino cambió. «Sigo viviendo un sueño, que no se acabe nunca por favor», comentó tras la última victoria ante Minnesota. Nike, por si acaso, ya le ha firmado un contrato y la Liga acaba de descubrir un nuevo filón para el inmenso mercado asiático.
Un economista licenciado en Harvard
Jeremy Lin también podría ganarse la vida como economista. Su currículum como licenciado en Económicas, rozando el sobresaliente, en la prestigiosa Universidad de Harvard quizá podría servirle para embolsarse los más de 762.195 dólares que gana en los Knicks. Es el salario mínimo para un jugador con su experiencia. El contrato que firmó hasta mediados de enero termina en la presente temporada. Si sigue al nivel actual se convertirá en uno de los agentes libres más codiciados del próximo verano.
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