Debate Estado Nación
Sonados y desdibujados
Sería un disparate concluir que los dirigentes del PSOE han perdido facultades mentales como consecuencia de los golpes recibidos en forma de votos o propinados por el PP. Pero la cadena de reacciones que se están multiplicando por doquier en las últimas horas, algunas coherentes y la mayoría disparatadas, deja entrever que el Congreso de Sevilla puede terminar como el rosario de la aurora, en un lamentable fiasco. Lamentable porque el solar patrio no está para contar con un partido de la oposición que, aglutinando a siete millones de votantes, se presente ante el conjunto de la opinión pública aturdido, o descabezado, o hundido en el pasado, o secuestrado por los caprichos del nacionalismo catalán. El tiempo de Rubalcaba está superado y el de Chacón nunca debería llegar: una apuesta por el uno o la otra supondría el cierre en falso de una crisis histórica o simplemente un suicidio. Sin embargo, quienes de forma tan cerril y frenética se han equivocado en los últimos años es normal que vuelvan a equivocarse. Sobre todo si, como ya se puede atisbar, se entregan a perniciosos juegos de poder o a ciegas luchas territoriales y dejan a un lado el debate de ideas, de proyectos, de programas; de planes, al fin y al cabo, para el futuro de España.
Hace apenas un año proclamaba Zapatero en su décimo aniversario al frente del PSOE aquello de «no estamos tan mal; estamos mejor de lo que parece y lo vais a vivir». No era una forma infantil de infundir ánimo a sus huestes, ni la manifestación de un deseo. El PSOE está muy mal; está peor de lo que parece y, como españoles, aspiramos a no tener que sufrirlo.
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