Valencia

Diccionario Biográfico: lo que sí gusta al Gobierno

Ante las 50.000 páginas y otros tantos retratos de personajes del Diccionario Biográfico Español publicado por la Real Academia de la Historia caben dos posturas: la de ser tolerante con sus inexactitudes o bien ser crítico hasta el fondo.

Diccionario Biográfico: lo que sí gusta al Gobierno
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A muchos parece no importarles que las biografías de altos cargos socialistas estén plagadas de hipérboles sobre sus logros y omitan o suavicen sus tropiezos. De hecho, el ministro de Cultura, Ángel Gabilondo, se verá hoy con el director de la RAH, Gonzalo Anes, para exigirle la revisión del Diccionario Biográfico. Así, por ejemplo, del portavoz socialista en el Congreso y ex ministro de Interior y posteriormente de Defensa, José Antonio Alonso, destaca, sobre su llegada a la primera de las carteras: «Produciéndose al poco de iniciar su mandato la caída de la cúpula de ETA y en marzo de 2006 el denominado alto el fuego permanente de esta banda terrorista».

También añade que, al llegar a Defensa en 2006, se encontraba «entre sus primeros cometidos organizar el despliegue de tropas españolas bajo mandato de la ONU en Congo para proteger las elecciones presidenciales de este país y en Líbano tras el conflicto israelí-libanés del verano de ese año». Sin embargo, omite la Guerra de Afganistán: durante su mandato la misión se recrudeció y tuvo que incrementar los efectivos. No se hace referencia a los cuatro militares fallecidos durante ese periodo. Tampoco se menciona la controverdida ley de carrera militar, que ocasionó la primera concentración de protesta de militares en la historia de España.

El historiador Francisco Miguel Espino Jiménez, doctor en Historia por la Universidad de Córdoba, firma la biografía de Alonso. Él mismo se encarga de las de Magdalena Álvarez, Jesús Caldera, Elena Espinosa, Ma-riano Fernández Bermejo y Carme Chacón. De la primera se explica que lo hizo «con las responsabilidades de impulsar la finalización o el inicio de varias líneas ferroviarias de alta velocidad (AVE) y la conclusión de la T-4 del aeropuerto de Barajas, activar la ampliación de varios aeropuertos y puertos en todo el país y evitar los recurrentes problemas de colapso de las carreteras en épocas de mal tiempo, entre otras funciones».

Nadie echa en falta la huelga de transportistas en 2005, el desplome de una plataforma en la autovía del Mediterráneo-Granada en el que murieron seis trabajadores, el cierre de la aerolínea Air Madrid, el accidente del metro de Valencia en el que murieron 43 personas o el accidente del avión MD-82 de Spanair en Barajas, en 2008. Tampoco se cita la reprobación a la que se vio sometida en el Congreso de los Diputados, que cuajó una de las labores más impopulares y criticadas, incluido el Senado, que reprobó su gestión en 2007.

Otras entradas, como las de María Teresa Fernández de la Vega, Elena Espinosa, Cristina Garmendia o Ángel Gabilondo, no contienen graves omisiones. Varias se limitan a la fuente: la web del Ministerio correspondiente. La biografía de Carme Chacón deja claro sus logros: «Su gestión se caracterizó por impulsar la modernización y la profesionalización de las Fuerzas Armadas». Durante su etapa, se recuerda, se puso fin a la misión en Kosovo, pero ni una palabra hay sobre el malestar diplomático ante las formas que empleó, sin previo aviso y con Zapatero desautorizándola.

Al hablar de Enrique Barón, ex ministro de Transportes, Turismo y Comunicaciones, su biógrafo, José Manuel Cuenca Toribio, abandona la neutralidad. «Eurodiputado a partir de las elecciones de 1986, presidió con tino y competencia el Parlamento Europeo en el bienio 1989-1991». Y en la del ex ministro de Economía y Hacienda, Miguel Boyer, asegura: «Muy culto y con grandes cualidades dialécticas, ha sido y es un formidable polemista». Recuerda que trató de imponer las pautas europeas, «garantes de la libertad de mercado y el espíritu de empresa»; sin embargo, al recordar la expropiación de Rumasa, no se hace eco del escándalo social que en su día supuso esta decisión.

«Limitada cultura»
Cuenca Toribio también redacta la biografía de Manuel Chaves. Y aunque asegura que es «mal comunicador» de «limitada cultura», lo define como«probo y laborioso». Se resaltan sus logros como ministro de Trabajo mientras estuvo con Felipe González, pero la huelga general de 1988 que afrontó no ha debido existir. Tampoco la del año 1992 al frente de la Junta de Andalucía o el Caso Matsa, por el que el PP le acusó de favorecer desde su cargo de presidente andaluz a una empresa en la que trabajaba su hija.

La de la ex ministra de Cultura Carmen Calvo casi roza el panegírico. Sobre su etapa al frente de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, dice su biógrafa, Rosa Díaz Martínez: «Durante esos ocho años de mandato tomó vida el proyecto del Museo Picasso en Málaga (...); algo mágico para Carmen, persona emprendedora y vital que ve realizado uno de sus logros más queridos y, quizás, uno de los que más entusiasmo y dedicación necesitaba y merecía». La biografía omite la polémica Ley de Propiedad Intelectual de 2006, que enfrentó a los internautas y sociedades de gestión por la aplicación del «canon digital».

Otro asunto espinoso por el que se pasa de puntillas fue la aprobación de la ley por la que Salamanca debía devolver parte de sus fondos de la Guerra Civil a Cataluña. Con José Bono, el Diccionario peca más por omisión. Su biógrafo, Juan Sisinio Pérez Garzón, olvida la medalla que recibió al Mérito Militar tras ser nombrado ministro de Defensa en 2004 y a la que tuvo que renunciar. También obvia el accidente de un helicóptero que costó la vida a 17 militares en Afganistán o el arresto del general José Mena Aguado por unas declaraciones durante la Pascua Militar de 2006.

La vinculación de Teddy Bautista con el PSOE y su controvertido cargo –presidente del consejo de dirección de la SGAE– obligan a una revisión. El periodista Manuel Román Fernández dedica tres cuartas partes de su texto a repasar su carrera musical y, llegados los 90, resume su capacidad de trabajo y los cargos que ocupa en diferentes entidades internacionales y pasa de carrerilla por el «polémico "canon digital"». Tampoco menciona la disputa con el mundo de internet ni las denuncias que recibió y sigue recibiendo.