El Cairo

Las otras víctimas de la Primavera Árabe: primeras damas al borde de un ataque

Las revoluciones árabes están derrocando a los dictadores de la región, y con ellos a sus mujeres, que se beneficiaron del poder de sus maridos 

Suha, la mujer de arafat, fue muy amiga de Leila, la esposa de Ben Ali en Túnez. Hay una orden de arresto internacional contra Suha
Suha, la mujer de arafat, fue muy amiga de Leila, la esposa de Ben Ali en Túnez. Hay una orden de arresto internacional contra Suhalarazon

En el marco de la persecución contra los restos y crímenes del régimen de Ben Ali, esta semana Túnez emitió un mandato de arresto internacional contra Suha Arafat, viuda del difunto líder palestino, supuestamente por un caso de corrupción ligado a Leila Trabelsi. Las dos fueron íntimas amigas cuando Suha vivió exiliada en Túnez –desde la muerte de Arafat en 2004 hasta 2007–, aunque aparentemente un litigio entre las dos primeras damas hizo que la palestina fuera expulsada del país y se le retirara el pasaporte que se le había concedido anteriormente.

Suha habría invertido una gran cantidad de dinero en la Escuela Internacional de Cartago, un proyecto de Leila, que ahora está siendo investigado por la Justicia tunecina, la cual no ha querido desvelar detalles del caso contra la viuda del histórico líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Treinta y cuatro años más joven que él, se cree que sus ambiciones la llevaron a casarse con Arafat en secreto en 1990, a pesar de la oposición de su familia y de la cúpula palestina.

Despilfarro
De fe cristiana, educación occidental y estilo francés, la joven rubia no era la pareja más adecuada para el héroe de la lucha palestina. Ella misma admitió que forzó a Arafat a contraer matrimonio, en un momento en el que el líder se sentía solo sin poder contar con sus hombres de confianza. Pero la relación entre ambos no fue idílica ni mucho menos, y Arafat siguió más dedicado a la causa palestina, su «primera mujer», que al amor por Suha, la cual pasaba más tiempo en París que en las humildes y siempre amenazadas residencias de Arafat en los territorios palestinos.

La mujer fue acusada en múltiples ocasiones de despilfarrar el dinero de los palestinos, procedente principalmente de donaciones internacionales, por sus hábitos bastante alejados de los de los habitantes de Gaza y Cisjordania.

Amantes de la alta costura francesa y del estilo de vida parisino, Leila y Suha se entendieron bien desde el principio, incluso se llegó a relacionar a Suha con el hermano de Leila Belhasán y con el clan Trabelsi, de los más poderosos de Túnez, pero quizás las ansias de poder y protagonismo de las dos mujeres empezaron a chocar hasta que Leila obligó a su marido a emitir un decreto presidencial que llevó a Suha a exiliarse en Malta.

Ahora Leila también se ha visto forzada al exilio por su propio pueblo. Ella y su marido se refugiaron en Arabia Saudí, intentando salvar con ellos parte de la incalculable fortuna que acumularon: más de 46 millones de euros fueron encontrados sólo en bancos suizos, pero se calcula que muchos más están repartidos por el mundo. El matrimonio Ben Ali fue condenado en rebeldía a 35 años de cárcel el pasado mes de junio por un tribunal tunecino que les acusa de robo y posesión ilegal de dinero y joyas.

Suerte parecida corre la que fue la respetadísima primera dama de Egipto: Suzanne Mubarak, mujer de Hosni Mubarak, derrocado en febrero después de una revolución más potente y fulminante que la de Túnez. El matrimonio y sus hijos huyeron de El Cairo después de 18 días de manifestaciones y se refugiaron en un primer momento en su mansión de Sharm el Sheij: ambos sufrieron ataques de pánico o al corazón –dependiendo de las versiones– cuando fueron acusados de corrupción, tráfico de influencias y otros delitos financieros cometidos en los 30 años de dictadura en los que se cree que los Mubarak acumularon decenas de miles de millones de dólares.

Suzanne fue la cara bonita del régimen de su marido: dedicada a obras de caridad y, sobre todo, a mejorar la condición de la mujer en Egipto a través de varias ONG y proyectos, que tras su caída en desgracia se han visto muy afectados. Suzanne está en libertad mientras siguen las investigaciones contra ella, su marido y sus hijos, Alaa y Gamal, todos ellos en prisión. Se cree que la mujer estuvo entre los que apostaron por la sucesión hereditaria en el trono de Egipto, uno de los principales motivos que llevó a los ciudadanos a derrocar al «faraón», detrás del cual siempre hubo una gran mujer.

¿Y la esposa de Bashar al Asad?
En marzo, cuando estalló la revolución en Siria, «Vogue» dedicó su portada a la mujer del presidente Bashar al Asad. La guapa y occidentalizada Asma al Asad era calificada como «rosa del desierto», mientras su marido empezaba la violenta represión en la que han muerto más de 3.000 personas. Asma no se ha dejado ver en público desde entonces y no se sabe si permanece en el país al lado de su esposo o ha huido al extranjero, donde podría encontrarse con sus tarjetas de crédito bloqueadas en el marco de las sanciones económicas contra el régimen sirio.