Alimentación
La incidencia de cáncer de colon es menor en los países con una dieta rica en frutas y verduras
La mayoría de los cánceres de colon se atribuyen a factores ambientales, lo que significa que es una enfermedad, en cierto modo, previsible. La dieta es uno de los puntos a tener en cuenta en este sentido. Es recomendable consumir fibra, fruta y verdura porque, a pesar de que no se puede probar un relación causa-efecto, sí que es cierto que «la incidencia del cáncer colorrectal es menor en países donde se consume en la dieta más fruta y verdura y mayor en aquellos donde se consumen más grasas saturadas», tal como explica el doctor Javier Sastre, coordinador del Comité Médico Asesor de Europacolon España y Oncólogo del Hospital Clínico Universitario San Carlos de Madrid. «Los principales organismos sanitarios -añade- recomiendan a día de hoy que se reduzca la ingesta de grasas y se incremente hasta 5 el consumo de alimentos vegetales cada día». La necesidad de mantener un estado nutricional adecuado es tan importante antes como después del diagnóstico de la enfermedad. «Estudios en pacientes intervenidos de cáncer de colon con resección completa de la enfermedad han observado que la tasa de recaídas es mayor cuando los pacientes mantienen una dieta con alto contenido en grasas saturadas -carnes rojas- que cuando realizan una dieta con mayor contenido en frutas y verduras», asegura este especialista. Aunque no existe ningún cáncer que pueda prevenirse completamente, en el caso del cáncer de colon hay diversas actuaciones de prevención que podrían reducir el riesgo de desarrollarlo. «Estas medidas van desde promover cambios en el estilo de vida dirigidos a reducir los factores de riesgo y a potenciar los factores protectores, hasta programas de detección precoz que permitan diagnosticar lesiones premalignas de colon», explica el oncólogo. Sobre esa premisa y con el eslogan ¿Sabes que puedes prevenirlo? la asociación pretende hacer llegar a la población información sobre hábitos alimenticios saludables y otros consejos sobre la enfermedad que puede ser muy útil para su prevención.
El mayor beneficio de la fibra radica en que contribuye a aumentar el volumen del contenido intestinal y a facilitar algunas de las funciones digestivas cuando, además, se ingiere suficiente agua a lo largo del día. La fibra ayuda a eliminar el exceso de sustancias alimenticias que el organismo necesita en pequeñas cantidades y de otras que pueden ser perjudiciales si permanecen en el intestino mucho tiempo. Un ejemplo de las primeras son las grasas, parte de cuyo exceso puede eliminarse con la ayuda de la fibra cuando el intestino funciona normalmente. Las segundas son las sustancias conocidas como cancerígenas, que al permanecer en contacto con la pared intestinal por mucho tiempo (como ocurre en los casos de estreñimiento) favorecen la producción y el crecimiento de tumores malignos en el tubo digestivo. En palabras del doctor Sastre «se piensa que la fibra puede ejercer un efecto protector por varios mecanismos como son incrementar el bolo fecal y acelerar el tránsito intestinal (con lo que el tiempo de contacto de los carcinógenos y la mucosa colónica es menor), unirse a ácidos biliares y disminuir su potencial carcinogénico. Las grasas saturadas presentes en las carnes incrementan la síntesis de ácidos biliares, inducen a la flora intestinal a la producción de enzimas que podrían convertir en carcinógenos algunos productos de la dieta y aumentan las prostaglandinas y otras sustancias que se piensa que pueden estar relacionadas con la aparición de estos tumores».
El régimen alimentario es también parte de la lucha contra el cáncer durante el proceso de la enfermedad. Puede hacer más llevadero el tratamiento e incluso permitirle recibir una dosis más alta del mismo para conseguir aumentar las posibilidades de recuperación. Tal y como aconseja el doctor «los pacientes que presentan un cáncer de colon avanzado y estén en tratamiento quimioterápico deben de consultar de forma individual con su oncólogo el tipo de dieta que deben realizar». Una buena nutrición durante la terapia es extremadamente importante. Las personas que comen adecuadamente toleran mejor los efectos secundarios y pueden combatir más fácilmente las infecciones. Por ello debe optarse por una dieta equilibrada que contenga todos los nutrientes que el cuerpo necesita: fruta, vegetales, pescado, carne, cereales y productos lácteos. Además, deben consumirse suficientes calorías para mantener el peso, así como proteínas para fortalecer y reparar la piel, el cabello, los músculos y los órganos. También es aconsejable beber una cantidad adicional de líquidos para proteger la función renal. «Aunque en líneas generales no hay restricciones importantes, en algunas situaciones puntuales, por carencias secundarias a lo avanzado de la enfermedad, por interacciones con alguna medicación o por complicaciones puntuales pueden ser recomendables ciertas limitaciones», concluye el doctor Sastre.
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