Londres

Cayetana es nombre de libertad

La duquesa con más títulos nobiliarios del mundo lleva a gala, más que su legado, su capacidad para, más allá de los convencionalismos, marcar el rumbo de su vida 

Cayetana es nombre de libertad
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Cayetana Fitz-James Stuart y Silva, Cayetana de Alba para el pueblo, no es ni una aristócrata ni una ciudadana más. La más noble entre los nobles no es lo que se dice una persona al uso.
Nació en el Palacio de Liria un 28 de marzo de 1926, aries de signo zodiacal, duquesa, entre otros títulos, de linaje. La decimoctava duquesa de Alba, la tercera mujer que ostenta el título por derecho propio dentro de la familia, pasa por la figura social más relevante de España. Se trata de una duquesa de récord, recogido en el libro Guinness, con el mayor número de títulos nobiliarios reconocidos legalmente por un Gobierno. Cinco veces duquesa; dieciocho, marquesa; veinte, condesa, vizcondesa, condesa-duquesa y condestablesa; catorce veces grande de España. Entre otros títulos, aparte de bética, currista y sevillana de adopción.
Cayetana es descendiente directa del rey Jacobo II de Inglaterra. La consanguinidad nace de la unión entre el monarca y su amante Arabella Churchill, de la que nació James Fitz-James, como recuerda su primer apellido.

Su nombre completo es María del Rosario Cayetana Paloma Alfonsa Victoria Eugenia Fernanda Teresa Francisca de Paula Lourdes Antonia Josefa Fausta Rita Castor Dorotea Santa Esperanza Fitz-James Stuart y de Silva Falcó y Gurtubay. Con decir Cayetana, todo el mundo sabe de quién se trata. La hija única de Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, el decimoséptimo duque de Alba, y de María del Rosario de Silva y Gurtubay, decimoquinta duquesa de Aliaga y décima marquesa de San Vicente del Barco.

De Tana a Cayetana

En la infancia de Cayetana predominan los colores grises. Cuenta con más de una decena de nombres, pero en casa la llamaban Tana o Tanuca. Ella misma ha reconocido la tristeza en reiteradas ocasiones. Fue una infancia sin madre, enferma de tuberculosis, aislada de su hija. La figura materna se pierde en la memoria. Con 33 años, queda huérfana de madre. Una tata encarnó la figura materna. Su padre, por el contrario, le inculcó una recia educación, introduciéndola en el mundo de las artes y el conocimiento.

Con la Guerra Civil, la Casa de Alba se exila en Londres, donde Jacobo Fitz-James Stuart fue enviado como embajador. El Palacio de Liria quedó casi destruido por los bombardeos y sufrió las consecuencias del pillaje y el saqueo. La mayoría de las obras de arte fueron depositadas en los sótanos del Banco de España. En la capital británica, la futura duquesa de Alba sufrió las penurias de la Segunda Guerra Mundial, viviendo en primera persona los bombardeos, incluso. Entre sus compañeros de clase, hijos de diplomáticos llegados de todo el mundo; entre otros, el descendiente de Tolstoi. Cayetana entabló amistad con la reina Isabel II. Las visitas a Winston Churchill también formaron parte de su cotidianidad. Sus hijas, por protocolo, hacían una reverencia a la joven Cayetana. De su esmerada educación es fruto el dominio fluido de cinco idiomas por parte de la grande de España.

Con el Manifiesto de Lausana, el documento de Don Juan de Borbón, padre del Rey Juan Carlos I, en el que se solicitaba a Franco una monarquía democrática y se instaba a los fieles a la causa a que dejasen sus cargos públicos en la Dictadura, los Alba regresaron a España en apoyo incondicional a la Monarquía. La estrecha relación entre la Casa Real y la de Alba se evidenció cuando los hijos de Cayetana solicitaron a don Juan Carlos que pidiera a la duquesa que reflexionase ante los rumores de boda suscitados al hacerse pública su relación con Alfonso Díez. Lo que el amor y Cayetana quieren, al tiempo, no lo frena ni la Monarquía. Además, don Juan Carlos recibió a la pareja para felicitarla y darle el consentimiento pertinente.

Matrimonios
Por recomendación de su progenitor, Cayetana, de vuelta a España, contrajo matrimonio con Pedro Luis Martínez de Irujo, ingeniero industrial, hijo de los duques de Sotomayor y marqueses de la Casa Irujo. La boda se celebró en Sevilla, en la Catedral, el 12 de octubre de 1947. «Liberation» habló de la «la boda más cara del mundo». Fueron cerca de 20 millones de pesetas de aquel tiempo. Su enlace llegó a eclipsar el del príncipe Felipe de Battenberg con la princesa Isabel de Inglaterra.

De esta unión nacieron los seis hijos de la duquesa, todos grandes de España. Fueron 25 años felices. De alguna forma, Luis Martínez de Irujo puede considerarse algo tan importante como el padre de sus hijos, aunque ella ha declarado que el gran amor de su vida fue Jesús Aguirre.

Tras el fallecimiento de Luis Martínez de Irujo, Cayetana se casó el 16 de marzo de 1978 con Jesús Aguirre y Ortiz de Zárate, doctor en Teología, ex sacerdote jesuita, confesor de la duquesa e hijo de madre soltera, aparte de ser once años menor que la grande de España. Datos biográficos que, en su día, resultaron de gran polémica y a los que se enfrentó Cayetana de Alba por amor y porque, según coinciden múltiples fuentes, la duquesa «siempre hace lo que ella quiere».

Aguirre era una persona muy culta y con una buena relación con los hijos de la duquesa desde el primer momento. Jesús Aguirre, quizás el gran amor de la vida de Cayetana, se ocupó de gestionar el legado de los Alba, con la ayuda de su hijastro Carlos, hasta su muerte en 2001. El humanista nunca se integró del todo en la aristocracia pero sí supo ganarse los afectos de los miembros de Casa de Alba.

Tras la muerte de Aguirre, Cayetana reconoce en reiteradas ocasiones que se siente muy sola. A ello se suman graves problemas de salud. La llegada a su vida del funcionario Alfonso Díez Carabantes, nacido en 1950, supone un aliciente para su vida. A inicios de 2008 surgen los rumores sobre una posible relación, que arrancó como una amistad. En abril de 2010 se confirma el noviazgo. En agosto de este año, la Casa de Alba anunció el enlace, tras renunciar Cayetana a su patrimonio en favor de sus hijos. Hoy, contraerán matrimonio en el Palacio de Dueñas de Sevilla, con su amiga íntima Carmen Tello como madrina. Todo está ya preparado para el tercer enlace de la duquesa de Alba, a las 13:00 horas, en una ceremonia privada en la que, una vez más, Cayetana ha demostrado que es una grande de España pero, sobre todas las cosas y todos los títulos, una mujer libre y ligada, únicamente, a los designios de su corazón.

Cayetana es también una persona de palabras precisas y puntería en el verbo. «Nos gustan los mismos silencios», dijo de su relación con Aguirre. La duquesa más importante del mundo sólo bebe agua. Zumo de fruta, cuando más. En el comer y el vestir, Cayetana de Alba también se ha mantenido a contracorriente de su clase social, más allá de convencionalismos, al margen del qué dirán. «Debía haber mantenido cierto respeto por la tradición», le critican algunos. «No me perdonan que haya sido tan feliz y que me haya casado con dos hombres tan inteligentes», aseguró mucho antes de tener en mente un tercer enlace. Goza de la alegría y sufre las penas, antes y ahora. Cayetana es una mujer con sangre en las venas. Quién sabe si no ejerce, como decía Voltaire, de Quijote y «se inventa pasiones sólo para ejercitarse», desde su primer amor, Pepe Luis Vázquez, al último, Alfonso Díez. Aparte de los toros, la danza es otro de sus desvelos. Enrique «El Cojo» dijo que la duquesa bien pudo ser una nueva Carmen Amaya «pero se perdió por ser aristócrata». Su condición de noble también evitó que Picasso la pintara vestida y desnuda como maja del siglo XX.

La cosa, que diría aquél, la realidad, es que de Cayetana no puede decirse, simplemente, que existe. La diferencia entre estar en el mundo y ser. Y la duquesa de Alba, qué duda cabe, no existe. Cayetana es libre y vive.