Almería

Sentimiento provincial

La Razón
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Felipe González propone suprimir las diputaciones provinciales porque no tiene que recolocar ya a nadie, pero esta medida es tan necesaria ahora como lo era cuando él cuidaba sus bonsais en La Moncloa. Entonces calló. Si en algo hay consenso en este país es en que las diputaciones son una regleta de enchufismo con tres usos básicos: pagar el silencio de los damnificados, liberar a trabajadores del partido y asilar cofortablemente a las viejas glorias una vez que se convierten en incómodos jarrones chinos. Todo ello, no hay que olvidarlo, con cargo al IRPF del contribuyente.
Griñán no está de acuerdo con González y en su defensa esgrime el mismo argumento que Rodríguez Zapatero: el extendido sentimiento provincial. ¿Y qué será el sentimiento provincial? Hasta ahora había cundido el sentimiento nacionalista, el centralista, el localista...¿pero el provincial? El único sentimiento de las diputaciones es el de tener un amplio y jugoso canasto de puestos para «libredisponer». El resto, como dijo aquella exconsejera de Medio Ambiente sobre una sentencia judicial que le sacaba los colores, es pura literatura. Si quieren, literatura provincial.
No queda tan lejos el escándalo de los «asesores fantasma» de la Diputación de Almería. Cinco de los setenta –se-ten-ta– que había en el preciado órgano provincial tuvieron que dimitir al reconocer mientras eran grabados por una cámara oculta de Intereconomía que no hacían «practicamente nada» (el entrecomillado es de ellos) y que en realidad estaban «liberados» para el Partido Socialista. ¿Es éste el sentimiento provincial?
Efectivamente, lo mejor que les podría pasar a las diputaciones es que bajaran la persiana, porque subirla cada día sale excesivamente caro. No hay dinero para estos caprichos, y eso lo sabe mejor que nadie el presidente de la Junta, que ha tenido que hacer encaje de bolillos para sacar el Presupuesto de este año. No hay dinero para los 200 millones de subvención que se lleva Canal Sur, ni para los 1.600 millones de pérdidas de las empresas públicas (lo recoge el informe de la Cámara de Cuentas del 2009), ni para los 299 coches de altos cargos con asientos de piel...El primer paso antes de pedirle tres puntos más del cinturón a los ciudadanos sería suprimir los ocho chiringuitos provinciales. Con unos simples órganos de coordinación basta. Y eso apúntenselo también los dirigentes del PP, ahora que hacen cuentas de si serán cuatro o cinco las diputaciones que gobiernen después de las municipales de mayo.