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Isabel Sartorius se aprieta el cinturón

Isabel Sartorius es uno de los mejores ejemplos de la lucha continua contra la báscula. Uno nunca sabía si en su próxima aparición pública iría con un ceñido vestido de corte sirena o con una túnica amplia que escondiera sus formas. Basta tirar de hemeroteca rosa y remontarse a los últimos veinte años para diagnosticar, sin riesgo de error, a una víctima del efecto «yo-yo». 

Isabel Sartorius se aprieta el cinturón
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Dietas, dietas, más dietas, y hasta un «ingreso voluntario» en la clínica Incosol de Marbella (el selecto hotel de adelgazamiento donde a razón de 3.000 euros semanales privan al paciente de cualquier tentación dietética mientras le diseñan un plan de ejercicios exhaustivo) que fue seguido de cerca por la prensa hace seis años.

 

Ahora, cuando parecía que se había resignado a convivir con algún que otro kilo de más, convirtiendo las faldas amplias y las chaquetas «over-size» en su uniforme de trabajo, la nueva tertuliana de «Espejo público» se asoma a la portada de la revista «Hola» cómodamente enfundada en unos vaqueros de talle bajo de la talla 38. ¿Dieta del photoshop? No. Como ella misma se apresuraba a advertir antes de que se extendieran los rumores sobre los retoques digitales, su nuevo «look» es el fruto de haber seguido a rajatabla los mandamientos del método Ravenna de adelgazamiento.

 

El secreto de Maradona

Los que todavía no hayan oído hablar de él y puedan pensar que se trata de uno de esos planes dietéticos milagro de factura hollywoodiense que cada año, por estas fechas, pretenden hacer su «agosto» a costa de madrinas del mundo del celuloide (la dieta de los Hamptons, seguida durante el rodaje de «Sexo en Nueva York» por sus cuatro protagonistas es uno de los mejores ejemplos), están muy equivocados. Ravenna es el apellido de un médico argentino de nombre Máximo. En su país es toda una eminencia en el mundo de la dietética y la psicología (se rumorea que consiguió que Maradona bajara los kilos que no pudo perder ni recurriendo a una cirugía de reducción de estómago) y su libro, «La telaraña adictiva», es un «best-seller» que ha cambiado la vida a más de 25.000 pacientes y ha hecho tambalearse los cimientos más asentados de la nutrición con su peculiar concepción de la dietética.

A Europa llegó hace dos años e inauguró su primera clínica en la calle General Arrando de Madrid. El secreto de su método es que trata a los pacientes como a adictos a la comida y parte de la premisa de que en torno a ésta se teje una red adictiva de la que hay que salir. Para ello, el paciente debe reconocer a los alimentos a los que está enganchado y eliminarnos de la dieta para hacerse con el control sobre su alimentación. 

 

Parece sencillo, y podríamos pensar que basta con eliminar el chocolate o las bebidas gaseosas de nuestra despensa para «desengancharnos» de nuestra adicción. Pero no es tan fácil, para conseguirlo hay que seguir un método multi-disciplinar e individualizado que se asienta sobre cuatro pilares: control médico, dieta a medida diseñada por los nutricionistas, una dosis de ejercicio físico adaptada a cada paciente por sus entrenadores personales o en grupos muy reducidos y mucha terapia psicológica, que se realiza en sesiones individualizadas y a través de reuniones de grupo, en las cuales los pacientes hacen terapia compartiendo sus experiencias. 

 

Otra de las peculiaridades de este sistema es que no se paga por consulta. Hay que abonar una especie de «alquiler» mensual (entre 550 y 850 euros al mes) para que el centro ponga a su disposición a todo su equipo de profesionales. ¿Una ventaja? Es rentable si se sigue con regularidad y uno acude a dos reuniones de grupo por semana, un control médico, tres sesiones de gimnasia y una de terapia psicológica. Si no se toma en serio, la cosa cambia.

 

Alimento «gatillo»

 

¿La clave del éxito? Las dos etapas del método: descenso (se pierde entre el 6 y el 9% del peso mensualmente) y mantenimiento. Esta segunda etapa es dura hasta que el paciente es capaz de manejar su relación con la comida, conoce cuáles son los alimentos «gatillo» que pueden dar al traste con todos los esfuerzos y sabe cómo esquivarlos o tomarlos cuando la ansiedad sea el motivo que lleve a consumirlos. De este modo se evita el famoso efecto rebote de otras dietas de adelgazamiento. Sólo habrá que esperar para comprobar si Isabel Sartorius sigue en su peso.

Otras dietas que también tienen «madrina»

- La dieta del Potito. Diseñada por la entrenadora personal de Madonna, Tracy Anderson, y seguida a pies juntillas por Gwyneth Paltrow, obliga a comer 14 raciones de potitos de bebé al día. Los especialistas en nutrición han intentado defenestrarla pero es difícil luchar contra su tirón mediático. - La dieta de los Hamptons. Los encargados del catering del rodaje de «Sexo en Nueva York 2» se la conocen al dedillo porque las cuatro protagonistas la seguían. Ha sido elaborada por el doctor Fred Pescatore, tiene diez reglas de oro y privilegia las proteínas, en especial las procedentes de los ácidos grasos esenciales omega 3 procedentes del salmón o las sardinas, y permite tomar cuatro vasos de vino a la semana. - La Dieta Factor 5. La siguen Jessica Simpson y Katherine Heigl. Está formulada para que se puedan perder cinco kilos en cinco semanas con cinco comidas diarias, cada una con cinco ingredientes, y se siga una tabla de ejercicios durante otros cinco días. Promete dar que hablar.