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La hora de Marruecos: los jóvenes desafían al régimen

El malestar social alienta las protestas de hoy por todo el reino alauí

Jóvenes activistas marroquíes
Jóvenes activistas marroquíeslarazon

«El pueblo hasta la victoria». No eran muchos los que se congregaron ayer, por sorpresa, en el bulevar Mohamed V, en el centro de Rabat, para corear ese y otros gritos. Con pancartas en las que se leía «Abajo la dictadura», la excusa era protestar por la represión en Libia. Pero luego los cánticos derivaron hacia la situación en Marruecos. Animadas por los recientes acontecimientos en Túnez y Egipto, algo más de un centenar de personas, de todas las edades y estratos sociales, se convirtieron ayer, a última hora de la tarde, en la principal atracción de la tranquila jornada del sábado.

Se trataba de calentar motores para la marcha convocada hoy a través de internet que sigue estando oficialmente prohibida. Rachid Antid, uno de los promotores de este movimiento denominado «Libertad y Democracia Ahora», dijo ayer a Reuters que se retira de la protesta porque discrepa de la postura que los islamistas de Justicia y Caridad –que sí estarán hoy en la calle– mantienen sobre el papel de la monarquía. Según otro portavoz del movimiento, Andid ha cedido a las presiones del régimen y su llamada a la retirada no tendrá apenas será secundada.

Abdul, un joven internauta que apoya la convocatoria, resumía sus reclamaciones en una sola frase: «Acabar con los privilegios, la corrupción, la impunidad; lograr un Estado democrático, trabajo, servicios públicos gratuitos y libertad». Para Aziz, un veterano militante de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos, añade que se trata de «dignidad, democracia y decir basta al despotismo».

Sin embargo, ambos prefieren evitar pronunciarse sobre la figura del rey. «Cada país tiene sus especificidades, pero lo cierto es que hay una necesidad de cambio en todo el mundo árabe y Marruecos, en contra de lo que dicen otros, no es una excepción». Lejos de ese ambiente, arrellanado en el tren, camino de Fez, Otman explica que sólo sueña con «trabajar y vivir, nada más», cuando termine sus estudios en Burdeos, aunque no está en contra de los jóvenes convocantes. A sus 22 años pertenece a una clase media privilegiada y ha podido salir del país para cursar ingeniería industrial. Pero antes de regresar «quizá pase un par de años trabajando en Francia, para coger experiencia», asegura. Sin embargo, lo de trabajar en Marruecos, admite, es más un sueño que una certeza. Con un paro que oficialmente es del 10% pero que puede llegar al 20% y que entre los jóvenes se eleva a un tercio, no parece que quepan muchas esperanzas, al menos a corto plazo. El Gobierno ha anunciado recientemente su intención de crear dos millones y medio de empleos antes de 2020. Pero su deseo anterior de promover ya 250.000 puestos de trabajo ha levantado olas de escepticismo entre una población cuya media de ingresos, con suerte, no pasa de 300 euros mensuales.

Menos escepticismo genera el aumento de la subvención a los alimentos básicos, que el primer ministro Abbas el Fassi dio a conocer esta semana. La sombra de las revueltas tunecina y egipcia se proyecta sobre el reino alauí y, aunque aquí la mayoría no cree en un final similar, las autoridades parecen querer restar descontentos a una manifestación cuyos resultados están por verse. Es aquello de las barbas del vecino. Por ello ya se han destinado 15.000 millones de dirhams (se dice pronto en un país cuyo PIB no llega a los cien mil millones de euros) que se sumarán a los 17.000 ya previstos, y que servirán para que el pan cueste 13 dirhams en lugar de 23, o que la bombona pequeña de propano se quede en 10 dirhams en vez de subir hasta 30. Y en todo esto ¿qué papel juegan los islamistas? Frente a la kasbah de los Udaias, Hamid pone por delante que él no es islamista, pero remarca que Justicia y Caridad y otros grupos del mismo corte «dan a la gente pobre lo que necesita para vivir mientras el Estado no hace nada». Él sí irá a la manifestación. Se ha enterado a través de amigos, porque no puede gastar dinero en un cibercafé. «¿Que si pienso en emigrar a Europa? No. Allí las cosas no están mejor. Tengo amigos que han vuelto de España y me cuentan que tampoco hay trabajo. ¿Qué haría allí ahora?».


Ataque a una comisaría en Tánger
- Grupos de manifestantes antisistema atacaron en la noche del viernes una comisaría y varias instalaciones de una filial de la compañía francesa Veolia tras una marcha convocada para exigir rebajas en los precios de los servicios públicos cuya gestión ha sido derivada a empresas extranjeras. La sección de Attac en Marruecos, convocante de la protesta, y varios testigos presenciales confirmaron los hechos ayer. Efectivos antidisturbios cargaron para disolver la manifestación, iniciada tras una sentada de cientos de personas ante el Ayuntamiento para pedir la cancelación de los contratos de la filial de Veolia. La concentración se convirtió en una manifestación, pero los antidisturbios impidieron al grupo llegar al centro de la ciudad. Asimismo, una sucursal del banco Société Générale fue incendiada.