Las mentiras del Ministerio por Sergio Alonso

El tiempo siempre da y quita razones, por lo que puede ya afirmarse, sin medias tintas ni ambages de ningún tipo, que el Ministerio de Sanidad dirigido primero por Trinidad Jiménez y por Leire Pajín después, o bien se equivocó gravemente en el diagnóstico de la situación y en las medidas para su tratamiento, o bien mintió de forma descarada, lo que parece más probable. Los datos, desde luego, juegan en contra de este departamento, que no contento con liberalizar la píldora del día después y avalar la reforma de la ley del aborto, justificó además ambas decisiones con el peregrino argumento de que gracias a ellas descenderían las interrupciones voluntarias del embarazo en España. Pues no. Según los propios datos oficiales, no sólo no han bajado, sino que han subido. Un 1,3 por ciento más, para ser exactos, al registrarse 113.031 abortos en nuestro país, con el agravante de que muchas de las mujeres inmigrantes se han marchado por culpa de la crisis. De lo contrario, la cifra habría sido mucho mayor. Pero las estadísticas oficiales y las medidas puestas en marcha por Sanidad encierran otro problema grave. Más bien, se trata de un drama. La liberalización de la píldora ha multiplicado en España el consumo de este potente cóctel de estrógenos. Los especialistas de verdad, no los que callaron ante tal iniciativa para llevarse bien con los fabricantes que han hecho su agosto, alertan de que se está produciendo ya un aumento disparado de las enfermedades de transmisión sexual, al prescindir muchas parejas del uso del preservativo. Tras esta «bomba» de relojería puede llegar aún otra peor: los casos de cáncer de mama y otros trastornos asociados a la ingesta abusiva. No se trata aquí de criticar a Sanidad por temas éticos, sino de denunciar una atrocidad para la salud pública en España.