Buenos Aires

Una red de estaciones de la ONU vigila la radiación en todo el planeta

Desde hace dos semanas, el mundo científico observa con máximo interés el desplazamiento de la radiación procedente de la central nuclear japonesa de Fukushima, cuyas partículas ya se encuentran sobre Islandia, de camino hacia la Europa continental.

Los expertos basan sus cálculos en los datos que reciben a diario de las estaciones de medición de la comisión preparatoria de la Organización para la Prohibición Total de Pruebas Nucleares (CTBTO).

Con sede en Viena, esta poco conocida institución de Naciones Unidas aún no se encuentra en pleno funcionamiento, a la espera de que una decena de Estados con importantes programas nucleares ratifiquen un tratado firmado desde 1996 por 182 países.

El objetivo de la CTBTO es montar una red de 337 estaciones de medición sísmica, hidroacústica, subsónica y también de radioisótopos para poder detectar cualquier detonación atómica.

Las instalaciones se encuentran en 89 países y en archipiélagos situados en todos los océanos del planeta.

Desde el año 2000, cuando se lanzó esta red de supervisión, la CTBTO ha montado 264 de estas estaciones, con una inversión de unos mil millones de dólares procedente de los países signatarios.

Algunas de estas instalaciones se encuentran en lugares tan recónditos como Isla de Pascua (Chile) o la Antártida, pero también en centros urbanos como Buenos Aires, Pekín o Melburne (Australia).

En Japón mismo hay dos estaciones de medición, una en la isla de Okinawa y otra en Gunma, cerca de Tokio.

Las supuestas huellas de partículas radiactivas de Fukushima han sido detectadas desde el comienzo del desastre en las estaciones de Hawai, Wake Island, Sacramento y Charlottesville (todas en Estados Unidos) y desde el pasado domingo también en Islandia.

Se trata de equipos de última tecnología que requieren una atención científica local, "para poder transmitir datos todos los días del año hacia la central de la CTBTO (en Viena)", explicó a Efe el físico nuclear austríaco Robert Werzi, responsable de mantenimiento de las estaciones de medición de la organización.

Uno de los puntos de medición del aire se encuentra en el tejado de la sede vienesa de Naciones Unidas, que acoge también a la CTBTO y sus 260 empleados.
La estación absorbe primero el aire y lo pasa por un filtro especial que luego es comprimido en un pequeño disco.

Estos discos son analizados por los científicos de la CTBTO en equipos de máxima sensibilidad para determinar la presencia de partículas radiactivas o el nivel de contaminación.

"La red ha sido diseñada para niveles muy bajos de radiactividad, por lo que no fue difícil detectarla después del accidente de Fukushima", aseguró Werzi.

Los discos con los filtros de aire son enviados de las estaciones de todo el mundo a Viena, donde son archivados en las instalaciones de la organización.

Según destacó Werzi, estos discos tienen gran importancia científica, ya que son la única evidencia sobre la contaminación o radiación medida en un determinado momento.

La CTBTO entrega sus datos a unas 1.200 instituciones académicas y científicas de 120 países miembros, que pueden disponer libremente de esta información, tal y como lo hace desde la semana pasada la central meteorológica de Austria (ZAMG), que difunde esos datos.

Los expertos de ZAMG confirmaron hoy que rastros de yodo-131 radiactivo han sido detectados en la estación de medición de Reikiavik, aunque en cantidades tan reducidas que no representan peligro alguno para la salud humana.

Para facilitar el trabajo de los expertos en la zona del desastre en Japón, la CTBTO comparte desde esta semana su información con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).