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La UE y Moscú buscan avances en medio de tensiones por las elecciones rusas
La Unión Europea (UE) y Moscú esperan lograr mañana avances concretos en diversas áreas de cooperación, en una cumbre en Bruselas que se prevé tensa por las críticas comunitarias al desarrollo de las recientes elecciones parlamentarias en Rusia.
"El asunto de la democracia continúa despertando importantes preocupaciones y será planteado por nuestros representantes", confirmó hoy un diplomático europeo bajo condición de anonimato.
La Alta Representante de la UE, Catherine Ashton, ya avisó esta semana de que la exclusión de algunos partidos de la oposición de los comicios supone un problema "clave"y expresó su preocupación por los informes sobre la falta de imparcialidad de los medios y de separación clara entre el partido gubernamental y el Estado.
A priori, las críticas europeas no gustarán al presidente ruso, Dmitri Medvédev, quien ya respondió duramente a las sospechas de fraude expresadas por la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton.
Moscú ha advertido hoy a Europa de que las elecciones no deben acaparar la agenda del encuentro y ha recomendado a los líderes comunitarios que centren sus esfuerzos en superar la crisis del euro.
De hecho, los problemas financieros de la eurozona será uno de los principales temas de discusión en la reunión de mañana, que estará precedida esta noche por una cena de carácter informal.
Rusia, para quien la UE es su principal socio comercial y que tiene un 40 por ciento de sus reservas en euros, está interesada en mantener la estabilidad de la divisa europea y se ha mostrado dispuesta a asistir a los países en problemas a través del Fondo Monetario Internacional (FMI).
"Estamos considerando esta opción", aseguró esta semana el embajador ruso ante la UE, Vladimir Chizhov, quien no quiso especular sobre posibles cantidades. Según varias fuentes, Moscú podría ofrecer hasta 10.000 millones de dólares, preferiblemente a través del FMI, en concordancia con lo expresado con otros países del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica).
La cumbre llega, además, en un momento clave de cara a la profundización de los vínculos económicos entre las dos partes, al celebrarse un día antes de que Rusia selle en Ginebra su entrada en la Organización Mundial de Comercio (OMC) tras 18 años de negociaciones.
"La adhesión a la OMC será un momento histórico que abrirá un nuevo capítulo en nuestras relaciones bilaterales", explicó ayer Ashton ante el Parlamento Europeo y destacó que el acuerdo ofrecerá nuevas posibilidades de comercio e inversión y protegerá a las empresas europeas de decisiones arbitrarias.
Tanto Bruselas como Moscú esperan que con la entrada rusa en el organismo se puedan reabrir rápidamente las negociaciones para un nuevo acuerdo entre las dos partes.
La otra gran área en la que se esperan resultados tangibles es la de la facilitación de visados para los ciudadanos, una de las grandes prioridades del Kremlin en su relación con Europa.
Los líderes aprobarán mañana un acuerdo para proceder con varios pasos técnicos que, una vez completados, deberían permitir el inicio de las negociaciones para un régimen fronterizo libre de visados.
Todos esos progresos, sin embargo, podrían verse empañados una vez más por los importantes desacuerdos que Moscú y la UE mantienen en un número importantes de asuntos.
Uno de ellos es la política energética, donde Rusia sigue criticando duramente el último marco legislativo aprobado por la UE y que, entre otras cosas, incluye normas para evitar que las redes comunitarias caigan en manos de compañías extranjeras, conocidas coloquialmente como "cláusula anti-Gazprom", por el gigante ruso del gas.
El otro gran frente abierto es el de la política exterior, principalmente por la situación en Siria, donde las duras sanciones económicas de la UE son censuradas por Moscú, que quiere una solución dialogada con el régimen.
También chocan los dos bloques, aunque con menor virulencia, en la respuesta al programa nuclear iraní o la situación que se vive en el norte de Kosovo. Esta cumbre semestral, en la que la UE estará representada por el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y el de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, será la última para Medvédev, que no opta a la reelección como jefe del Estado.
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