Hollywood
Korngold dos veces maldito
El Real sube por primera vez a escena su obra maestra, «La ciudad muerta»
«Die tote Stadt» («La ciudad muerta»), de Erich W. Korngold, era uno de esos títulos que sólo los «gourmets» líricos más refinados conocían hasta que, hace unos años, el gran público la redescubrió primero en Viena, y después en Salzburgo, precisamente con esta producción de Willy Decker, que también se ha visto en el Liceo y la Ópera de París, entre otros muchos coliseos. Pinchas Steinberg, director musical de la pieza en Madrid –donde nunca antes había subido a escena– denuncia la doble persecución que sufrió el autor. Fuera del repertorioPrimero por los nazis, al tratarse de un compositor al que etiquetaron como «degenerado»; y luego por sus compañeros, ya que, tras su vuelta a Viena después de la Segunda Guerra Mundial, el «establishment cultural» no le dio una oportunidad por haberse ganado la vida componiendo bandas sonoras en Hollywood. Para el batuta, «la pieza no entrará fácilmente en el repertorio porque es muy difícil, no se puede poner en escena sin ensayar como se hace con "Rigoletto"o "La traviata"», sostiene un Steinberg, que la califica como «una de las mejores partituras que he escuchado jamás». En el plano dramático –el libreto está basado en una obra teatral del simbolista belga Georges Rodenbach–, «se trata de la catarsis a través del sueño de un hombre que ha perdido a su ser querido y rechaza la continuación de la vida, no lo quiere superar», asegura Karin Voykowistch, codirectora de esta puesta en escena junto a Decker, que Antonio Moral, director artístico del coliseo, definió ayer como «una de las mejores de los últimos 50 años». La dificultad es extrema, pues debe reflejar tanto el plano onírico de este viudo que se regocija en la ausencia de la amada, como el verdadero, con la aparición de la bailarina Marietta: «Cuando la acción transcurre en el plano real las paredes son consistentes, cuando la acción pasa al plano de los sueños desaparecen las líneas rectas y todo se refleja en el agua» para mostrar esa ilusión de irrealidad, concluye la directora.
Polémicas sillasWilly Decker no debe tener buenos recuerdos del Teatro Real, pues la tetralogía wagneriana que subió al escenario de la Plaza de Oriente fue muy criticada y pasó a la historia como la de las sillas, por las butacas de teatro que poblaban la escenografía, con variaciones, en los cuatro títulos.
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