Copa del Rey

F.C. Barcelona

La batalla final

La UEFA intentó frenar la paranoia al desestimar los recursos de Barça y Madrid. No admitió el pataleo de ambos, las acusaciones recíprocas, el «todo menos fútbol»; pero no pudo impedir que cada club alentara desde la víspera a sus seguidores con sendos documentales sobre los pecados mortales del adversario.

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Para arengar a las masas, los azulgrana eligieron jugadas tan descriptivas como una entrada de Pepe a Messi o el pisotón de Marcelo a Pedro. Los blancos escogieron las actuaciones teatrales de Alves, Pedro y Busquets. Y, sin embargo, los directivos iban hoy a comer juntos. La pregunta es: ¿darán cuenta del menú o se lanzarán cuchillos y tenedores? Los prolegómenos de la batalla final, el cuarto clásico en apenas dos semanas, no pudieron ser menos edificantes. A nadie, salvo a estos dos excepcionales contendientes, se le hubiese ocurrido apagar la hoguera de las vanidades con gasolina.

En los tres encuentros precedentes, el fútbol brilló por su ausencia. Fueron tres partidos malos y sólo la intensidad y la tensión percibida en la final de Copa elevaron mínimamente el nivel. En Mestalla ganó el menos malo en la prórroga después de dominar un tiempo y desaparecer en el otro. En el primero de los del Bernabéu, la baza de Pepe en el centro del campo fue el aviso de lo que estaba por venir. Hubo empate liguero y la confirmación de que el campeonato acabaría en la Ciudad Condal, como los dos anteriores, y el Madrid acabó con diez por expulsión de Albiol. Alves debió seguirle. En la ida de la «Champions», el Barça se llevó el partido con un dominio del 78%, sin que en la primera parte hubiese sido necesaria la presencia del árbitro, de las porterías o del balón, y con el triunfo visitante después de la expulsión de Pepe, rigurosa o justa también para los espectadores neutrales.

Hoy, Pepe, el madridista más desequilibrante de los tres clásicos anteriores, no va a estar sobre el rapado, regado y rápido césped del Camp Nou. Cumple sanción, también su compañero Sergio Ramos, como Mourinho, enclaustrado en el palco, sin posibilidad de comunicarse con su banquillo por orden de la UEFA. Su alineación dejó de ser un misterio cuando Messi hizo el segundo tanto hace una semana en el Bernabéu. Tiene que salir a ganar, a marcar pronto y a coger al Barça desprevenido. Si su problema son las sanciones y el mejor fútbol azulgrana, el de Guardiola son las lesiones. Toca otra vez improvisar en defensa por la epidemia de bajas, aunque mantiene a Puyol, el invicto, y alineará, posiblemente, a Iniesta. Un equipo para no conformarse con el 0-2 de la ida.

Se ha hablado tan poco de fútbol durante esta serie, «Classicum», que parece secundario el once que hoy vaya a alinear el Madrid. Y no es así. El primer tiempo de Mestalla en la Copa es el ejemplo a seguir. Ni un centímetro al Barcelona ni tiempo para pensar. Romper en el centro del campo, defender con rigor y atacar sin misericordia... Como dice Benito Floro, «repliegue y contragople perfectos». Lo malo es que el Madrid de «Mou» está muy lejos de la perfección y la alegría por el triunfo copero será más efímera si hoy es el Barça quien obtiene el billete para la final de Wembley el próximo día 28. Si además lo saca con un recital, como el de aquel 5-0, «Mou» no tendrá dónde meterse y el rumor del desembarco de Rafa Benítez, cumplido el 30 de mayo, será más real.

Casillas; Arbeloa, Albiol, Carvalho, Marcelo; Özil, Lass, Alonso; Di María, Benzema y Cristiano. Podría ser el equipo. La calidad no se le supone, la tiene, y el fútbol se lo facilita el esquema del técnico. Ni siquiera el árbitro De Bleeckere, otro de los múltiples enemigos de «Mou», debería condicionar el partido. Y Guardiola, con los mejores y Abidal en la lista: Valdés; Alves, Piqué, Mascherano, Puyol; Busquets, Xavi, Iniesta; Pedro, Messi y Villa. Hay futbolistas para componer una sinfonía balompédica, si las acusaciones, las tácticas y los recursos lo permiten.

La UEFA rechaza las quejas de Barça y Madrid
La UEFA ha rechazado «tanto las protestas realizadas por el Real Madrid como la queja formulada por el Barcelona» tras el partido de ida de semifinales de la Liga de Campeones. La UEFA considera «que no existía una estrategia común» de los jugadores blaugrana «para provocar» a los madridistas. Mantiene la roja a Pepe y la denuncia del Barcelona sobre las declaraciones de Mourinho, también ha sido «rechazada» aunque ha permitido al Barça que se una a los procedimientos presentados contra «Mou», con otro expediente disciplinario que estudiará este viernes.