Rajoy da un perfil de consenso a las Cortes

Con decir que el nuevo portavoz del PP en el Congreso, Alfonso Alonso, se enteró ayer por la mañana por teléfono, tan solo poco antes de que Mariano Rajoy lo anunciase, de que le había tocado ese «premio», queda dicho todo de cómo el futuro presidente del Gobierno va a gestionar sus nombramientos. Sostienen los que más le conocen que a Rajoy no le gustan los cotilleos ni la indiscreción ni los que se autopromocionan ni mucho menos que le marquen los tiempos, y eso, como lo demuestran los precedentes, se acentúa además cuando el destino es el Palacio de la Moncloa.

Ayer Rajoy tuvo a toda su Junta Directiva Nacional en ascuas, con la única excepción segura de Soraya Sáenz de Santamaría y de los primeros premiados, hasta que después de un prolijo discurso de trámite desveló el secreto de sus deliberaciones, para sorpresa de casi todos y para confirmación de que hacer quinielas con él es tanto como disparar a ciegas en una caseta de feria de tiro al blanco. El nuevo presidente del Congreso será el ex ministro de Administraciones Públicas Jesús Posada, que conoció el domingo por la noche su destino. Y Pío García Escudero será el nuevo presidente del Senado, un lógico ascenso desde la Portavocía y el único tiro de las quinielas que sí ha dado en el plato. Mientras que el portavoz en la Cámara Alta es otra sorpresa: lo natural hubiese sido que el cargo recayese en Antolín Sanz, mano derecha de García Escudero, pero al final será el gallego José Manuel Barreiro, ex vicepresidente de la Xunta de Galicia y persona cercana y de confianza del futuro jefe del Ejecutivo.

Estos primeros nombramientos dejan claro que «el que manda es Rajoy, que no se siente con hipotecas ni con deudas hacia nadie» y que se equivocan, según explicaban ayer tarde fuentes de su entorno, los que esperan que haga un Gobierno únicamente con la dirección del partido. En el Congreso, además, ha optado tanto para la Presidencia como para la Portavocía por un perfil dialogante y pactista. Con Posada y con Alonso no asume ningún riesgo de que le metan en líos por precipitación o por exceso de protagonismo.

Las fuentes consultadas aclaran que Rajoy entiende que el Congreso puede convertirse en un terreno incómodo para su Gobierno por el papel de las nuevas minorías, y del propio PSOE, aunque puedan aprobar sin problemas todas las leyes y decretos leyes que quieran. Por eso ha buscado a dos dirigentes que le aseguren capacidad de tomar decisiones férreas, por ejemplo frente a Amaiur y ante el desbarajuste del Grupo Mixto, y que al mismo tiempo puedan mantener un funcionamiento razonable y sin estridencias del Parlamento.

En esta elección hay una clave muy importante, que es Sáenz de Santamaría. Posada y Alonso son dos personas también de su círculo de máxima confianza y, de cumplirse el pronóstico que la sitúa como vicepresidenta política, con ellos dos llevaría la coordinación entre el Ejecutivo y el Parlamento. El ex ministro ha estado colaborando en la sombra con el grupo y su opinión ha sentado cátedra en numerosas ocasiones en la pasada legislatura. «Su elección es la confirmación de que en este partido no sólo los que salen en la foto son los que cuentan y los que están de verdad en el núcleo», precisaban ayer en el entorno de Rajoy. En el caso de Alonso, a su favor juega que ha estado en el día a día del trabajo parlamentario en estos últimos años como miembro del comité de dirección del grupo y será, por tanto, una continuidad del equipo que saltará con Sáenz de Santamaría al Gobierno (José Luis Ayllón, Álvaro Nadal...).

Los «ministrables» siguen prácticamente intactos para el reparto. Ojo con las sorpresas y con nombres como el de Elvira Rodríguez o Fátima Báñez.