Jubilación

Hay que darse prisa: el tiempo es clave por Michele Boldrin y J Ignacio Conde-Ruiz

Los errores del Gobierno anterior han pasado factura. La ayuda europea puede permitir limpiar el sistema financiero, pero aún quedan reformas fiscales

La Razón
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El Gobierno de Rajoy accedió al poder en el momento más complicado, desde el punto de vista económico, de las últimas décadas: un nivel de desempleo dramático, un déficit estructural de cinco puntos de PIB, un sistema financiero con graves problemas y en el inicio de una nueva recesión. A esta situación horrible, el nuevo gobierno ha añadido un elemento de incertidumbre: ni el presidente ni sus ministros nos han ofrecido una «Hoja de Ruta», un diseño claro y realista de como España puede salir, en unos años y con ambiciosas reformas, de esta situación. En circunstancias como las que vivimos, la incertidumbre es el peor enemigo, especialmente del sector financiero: los ahorros, hasta los de los españoles más fieles, huyen de la incertidumbre, y lo estamos experimentando. Estamos todavía a tiempo de repararlo, pero hace falta un discurso claro a la nación. A la espera de que llegue ese día, vamos a evaluar los primeros seis meses en los tres ámbitos en los cuales el Gobierno ha actuado: financiero, mercado de trabajo y fiscal.

En el ámbito financiero, los errores/horrores del Gobierno anterior han pasado factura y el nuevo le ha añadido sus propios titubeos. Lo cierto es que la ayuda financiera europea recientemente aprobada abre una ventana de oportunidad que, bien aprovechada, puede permitir limpiar y recapitalizar nuestro sistema financiero, condición necesaria para que vuelva a fluir el crédito. Pero hay que darse prisa: el tiempo es un factor fundamental y la economía española no se puede permitir otro año en estas condiciones. Ésta es la prioridad número uno, y hace falta un diseño claro del sistema financiero que queremos tener en un año o dos.

En el ámbito laboral, la reforma que se aprobará en el Parlamento la próxima semana es sin duda la más importante desde la creación del Estatuto de los Trabajadores en 1980. Con la única pega de no abordar el problema de la dualidad de nuestro mercado de trabajo, lo cierto es que introduce múltiples medidas en la dirección correcta, en materia de negociación colectiva, flexibilidad interna y regulación del despido. Pero lo de la dualidad sigue pendiente: prioridad número dos.

En el ámbito fiscal es donde quedan más cosas por hacer. Nos enfrentamos al proceso de consolidación fiscal más exigente de nuestra historia: reducir nuestro déficit en 60.000 millones en pocos años. En la actualidad, por cada 100 euros que el sector público gasta, tiene que pedir prestados 9 euros. Esta situación es insostenible: costes de financiación altos son incompatibles con el crecimiento, pues se reducen los proyectos de inversión que son rentables y con ellos la posibilidad de crear empleo.

Por ello, es necesario presentar en breve unos presupuestos plurianuales ambiciosos y creíbles. La tarea es complicada. En primer lugar porque el desafortunado diseño de nuestro sistema recaudatorio, muy sesgado hacia la actividad inmobiliaria, ha provocado que durante la crisis se hayan perdido seis puntos de PIB de ingresos. En segundo lugar, porque, de forma inexplicable, nuestros dirigentes políticos (ya sean del Gobierno de la nación o de las CC AA) diseñaron una política de gasto durante el «boom» como si estos ingresos procedentes de la burbuja inmobiliaria fueran a ser permanentes. Lo hecho hasta ahora es claramente insuficiente. Desde el punto de vista de los ingresos es urgente una reforma general de nuestro sistema fiscal.

Fedea ha ido generando sugerencias sobre este tema y otros más puntuales y que esperamos sean útiles, llegarán en los meses que vienen. Sería muy útil que el Gobierno tomara la iniciativa de abrir una discusión, amplia y pública, sobre la reforma fiscal que está pendiente desde los años del primer Gobierno de Aznar. A pesar de que se han introducido importantes recortes (principalmente en el capítulo de inversiones), lo cierto es que no han sido suficientes para compensar el aumento del gasto por intereses y por el subsidio de desempleo. Por todo ello, un proceso de consolidación creíble seguramente requerirá serias reducciones de gasto que afectarán a las principales partidas (sueldos, salarios, pensiones y prestaciones), así como un control estricto del gasto de las CC AA. Para hacer esto de manera exitosa es necesario, insistimos, un diseño plurianual que todavía falta o que no se ha hecho público. Esta incertidumbre, añadida a las mencionadas anteriormente, también nos daña. Es urgente eliminarlas.

Michele Boldrin (Catedrático de Washington University in Saint Louis), J. Ignacio Conde-Ruiz (Profesor Titular de la Universidad Complutense). Ambos son investigadores de FEDEA.