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Los lobos nunca cuentan cuentos por Conchita Martín

La Razón
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Hemos transitado tantos años por un desierto inútil, vilipendiados por versiones políticas interesadas y zaheridos por quienes debieran agachar la cabeza, como para sorprendernos ahora ante esos truhanes de traje prestado que han tenido la osadía de decirnos «estamos condenados a entendernos». La sociedad española debería sentirse humillada de tener que admitir entre los escaños de quienes ejercen su voz a quienes han tratado de enmudecer nuestra libertad, la seguridad, y distorsionado, hasta confundirnos, términos como Estado de Derecho, justicia y democracia. Los españoles no les debemos nada a quienes nos han secuestrado y destrozado la vida; a quienes han inspirado políticas de mano blanda contra el criminal e incomprensión con quienes pedían justicia. Ahora que se abren nuevos tiempos, quiera Dios que nos alejemos a gran velocidad de las políticas tramposas de acercamientos por razones humanitarias y apelaciones al perdón. Amaiur entona cantos edulcorados que empalagan las conciencias de las buenas gentes. La democracia no puede extraerse de eso, ni de la moral y la justicia que estamos esperando alcanzar.

Conchita Martín