
Nueva York
OPINIÓN: Doctor Robles por Antonio PARRA

Emilio Robles es un personaje divertido y contradictorio, como toda persona inteligente y compleja, y pasa de ciertos resabios señoriles (al fin y al cabo es, a mucha honra, un señorito de Caravaca, hijo de célebre oftalmólogo). Oftalmólogo él también, acaba de ser elegido presidente de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Murcia, que es un cargo en el que no se tiene ningún poder en una institución que no sirve para nada, por eso, seguramente, está ahí alguien tan buena gente como Emilio. Ya retirado del ejercicio de la medicina, fue durante décadas jefe del servicio de Oftalmología en La Arrixaca. Pero yo lo conozco sobre todo de nuestra común afición al flamenco y de nuestra más común aún afición al maestro Carles, al que tanto queremos y admiramos y ahora también retirado, salvo para los amigos. Miembro en su día –cuando a algunos ni se les conocía ni se les esperaba- de la Plataforma Democrática, se formó en prestigiosas universidades y en varios idiomas (Nueva York, Alemania, Francia) cuando en España nadie sabía idiomas, ni siquiera el español, que muchos españoles siguen sin saberlo. Recorrió países africanos en organizaciones solidarias de médicos y se las tomó en tugurios varios –a veces yo estaba allí- escuchando dar el cante a maestros como don Antonio Mairena. A mí todo eso me da igual, aunque no es moco de pavo; lo que me importa mayormente son las muchas risas –y algunas nos quedan- que hemos echado con otros amigos en charlas inteligentes y divertidas, contradictorias, sí, como corresponde a la complejidad humana, no a quienes todo lo tienen claro desde el principio, como Hitler o Stalin. Ojo al doctor, ojo al Roble, que aquí hay madera. Y encima se entona por soleá, que lo he oído yo. Luego dirán que lo ha nombrado Ramón Luis. En fin.
Antonio Parra
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