Estados Unidos
Muy gordo
En Estados Unidos ya se preparan para las elecciones de 2012, que tendrán lugar el martes 6 de noviembre del año que viene, Dios mediante. Antes de ese día (ya lo saben Vds. que son largos como una anaconda) tendremos que ver de todo y casi todo lo que veamos será un paripé. Veremos a los distintos candidatos diciendo solemnemente y con voz atildada naderías y asistiremos a algunas escenas de esas que dan cosica, con el político aspirante visitando colegios acompañado de la esposa de turno o protagonizando escenas con besete a la legítima para que se sepa que ella ya le ha perdonado sus golferías.
A nosotros tampoco nos espera una turra pequeña, no se vayan a creer que estamos a salvo. De aquí al 20-N, tendremos dosis de normalidad por un tubo, con Mariano y Alfredo apoyados en la encimera de la cocina con cara de no haber pasado una bayeta en su vida o abrazando a jubiladas mientras esquivan peroles de entresijos. Dosis de normalidad de la buena, ya digo. En Estados Unidos, que es donde empezaba la cosa, Obama ha dicho que no se siente favorito, «porque cuando ocurren determinadas cosas durante tu presidencia sabes que tienes que responder por ellas». Así que no les extrañe que nos abrace una ola de apariciones con Michelle, a la que sacará a bailar en cualquier acto para conseguir dinero para su campaña y que olvidemos lo mucho que le marcará ese dinero conseguido para su campaña gracias a lo bien que bailan y lo que le brillan los dientes a la pareja. En el bando republicano, aún está por fijar el hombre que tratará de embelesar al respetable. Emerge como figura con posibilidades el gobernador de Nueva Jersey, que parece que tiene un pequeño problemilla para poder optar a la cosa: está gordo. Chris Christie, que así se llama el caballero, pesa 151 kilos, tiene asma y hace poco fue hospitalizado por problemas respiratorios. Consiguió ganar en un estado demócrata, es divertido, sabe reírse de sí mismo, está dispuesto a recortar sin que le tiemble el pulso, cree que el cambio climático está demostrado, no le gustan las armas de asalto ni tampoco que los inmigrantes sean considerados ilegales mientras no comentan un delito.
Pero nada de eso parece merecer un debate. El debate está ahora en si un hombre gordo puede ser candidato a la presidencia de los Estados Unidos, asunto que ocupa las chanzas y bromas pesadas de los más prestigiosos programas de la televisión en aquel país y sin distinguir entre presentadores progresistas o conservadores. Por lo visto se lo están pasando pipa a costa de este señor. ¿Puede ser un hombre gordo, muy gordo, presidente de un país? ¿Podría ser un gordo presidente del país más poderoso del mundo? Y yo me pregunto, ¿lo haría mejor un gilipollas? Qué cosas pasan.
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