Sevilla
Otra misión para Nadal
La derrota en el dobles le da la oportunidad de sentenciar la final
Nadal tiene pocas cuentas pendientes con una raqueta en la mano. Una es ser decisivo en un partido con la Copa Davis en juego. Sí, la victoria ante Roddick en 2004 fue inolvidable, pero Rafa quiere más. Hoy tiene una magnífica ocasión de hacer algo más grande «gracias» al papelón del doble español en el tercer punto de la final. La primera oportunidad para ganar la quinta Ensaladera se convirtió en la despedida de una pareja protagonista en los dos últimos títulos de España. La derrota de Verdasco y Feliciano en el doble entraba dentro de los cálculos. Era asumible. Lo que no estaba en ninguna previsión fue el modo en que llegó. Hubo un componente de humillación en la victoria de Nalbandián y Schwank. Tres sets, menos de dos horas y la sensación de que es muy complicado hacer las cosas tan mal.
La conclusión positiva es que Nadal, por si le faltaban argumentos, ya ha encontrado una nueva motivación. En 2000 fue abanderado; cuatro años más tarde, en La Cartuja, el héroe de la eliminatoria fue Moyá y para el recuerdo quedará el punto que Rafa ganó a Roddick; en 2008 no estuvo en Mar del Plata y en 2009 todo resultó demasiado sencillo ante la República Checa. En sus grandes victorias falta una vinculada con el título de la Davis. Hoy es el día. Su antagonista debería ser Del Potro, si el capitán argentino no cambia de opinión. «Tito» Vázquez puede apostar por su número uno o por Nalbandián y la incógnita no la resolverá hasta el mediodía. Ayer bastante tuvo con «seguir vivo».
Ese instinto de supervivencia fue el que se llevó por delante a una pareja capaz de lo mejor y de lo peor. De ganar partidos imposibles, de ganarse el apelativo de galácticos –algo que repudian– y de protagonizar fiascos mayúsculos como el de ayer. Feliciano confiaba en vísperas de la final que el tercer punto no fuera tan «dramático» como otras veces. No lo fue, pero porque el drama lo pusieron ellos. Las casi dos horas que estuvieron sobre la pista fueron una pesadilla. «Es uno de esos días en los que te gustaría desaparecer. Ha sido mi peor partido en la Davis», acertó a decir antes de que Verdasco reclamara un aplauso en la sala de prensa para su «hermano». Fue el último desacierto de dos jugadores que muy posiblemente disputaron ayer su último partido como pareja en la Davis. Feliciano, que llevó el peso al principio, pero que terminó desesperado, fue el más tajante: «El año que viene será complicado jugar el doble porque tenemos muchos compromisos individuales y, además, hay Juegos». Verdasco, con una gorra que apenas permitía adivinar su cara de disgusto, no fue tan radical, pero su partido no le dejó en buen lugar.
En el doble siempre hay un jugador que tira del otro... Para bien o para mal. Aquí el arrastre hacia el abismo fue mutuo. Feliciano intentó enchufar a Verdasco en el arranque y no lo consiguió. En el principio del segundo set llegó uno de esos ataques en los que «Fer» se pelea contra el mundo, con su raqueta, con su sombra, con las líneas... Con todo lo que tiene a la vista. Fueron tres juegos, apenas 10 minutos de cruce de cables... Caso perdido. Cuando Costa le exigió que se calmase en un descanso, Argentina había encarrilado el segundo set con dos «breaks». El primero se lo llevaron Nalbandián y Schwank porque en medio del caos que, en ocasiones, genera su «barra brava» supieron mantener la tranquilidad. Un despiste de Feliciano en el quinto juego por el alboroto permanente de los hinchas albicelestes reveló la fragilidad de la pareja española. En el tercer parcial fue Verdasco el que intentó rescatar a su compañero. Misión imposible. Los desajustes fueron permanentes y los errores de bulto concluyeron con una volea que se estrelló en la red.
Al equipo español no le queda otra que ser optimista. El momento más complicado de la eliminatoria ha pasado y lo ha hecho con control antidopaje sorpresa incluido. En mitad del partido de dobles, los «vampiros» decidieron que era el momento de que Ferrer y Nadal pasaran el control. Con Verdasco y Feliciano al menos tuvieron la consideración de esperar a que abandonaran la pista. El capitán, en medio del funeral que fueron los instantes posteriores a la derrota, lanzó un mensaje de ánimo: «Nadal y Ferrer están perfectamente. Están al ciento por ciento y soy optimista». No es para menos si el futuro está en manos de Rafa.
La grada es albiceleste
España manda en la final, pero no lo hace en la grada. «Al público le vamos a necesitar, nuestros jugadores tienen que sentir que estamos jugando en casa». Fue el tímido llamamiento con el que Albert Costa reclamó más intensidad a los aficionados. La iniciativa en la pista y en la grada ayer correspondió a la albiceleste. 2.500 argentinos silenciaron a los casi 20.000 españoles que ayer tampoco llenaron La Cartuja. «Soy argentino, un sentimiento. No puedo parar»; «Argentina vamos, con más huevos que ganamos»; «El que no salte es español»; «Vamos, vamos Argentina»... Para contrarrestar, «Paquito el chocolatero», algún «A por ellos»... No hay color, o sí, el albiceleste.
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