Grupos
Rienda suelta por Jesús Fonseca
Ojo, los españoles comienzan a dar rienda suelta a su malestar. Es verdad que no se puede resolver en un santiamén un desbarajuste de años. Pero todo tiene un límite. ¿Qué otras martingalas serán necesarias? ¿Hasta dónde llegará el desvalijamiento?, se pregunta la calle. Porque a nadie se le escapa que vamos hacia decisiones extremas. Que habrá que ajustar, «pensando en grande y avanzando lejos», en palabras del presidente del Gobierno, que vuelve a apoyarse en Ortega y Gasset a la hora de buscar asidero a su congoja. Pensar, lo que se dice pensar, lejos a la manera orteguiana, acerca de nuestro ser y destino, sería, por poner un ejemplo que va de boca en boca, darle un tajo al enorme aparato burocrático español; acabar, de una vez por todas, con tantas y tantas duplicidades y gasto aún desbocado. Pensar en grande es hacer frente con severidad al amiguismo y al nepotismo, porque así lo exige el interés general de España. Acierta Rajoy al rebajar su sueldo en proporción al recorte a los funcionarios y cercenar gavelas. Pero hace falta más, todavía más. A nadie se le oculta que se han dado pasos valientes que demuestran que el Gobierno no esconde la cabeza bajo el ala y antepone la razón de Estado a su propio interés. Pero todo será insuficiente mientras no se lleve a cabo una reforma administrativa en profundidad. La transformación del sector público sigue siendo la medida más urgente. Sin un gran recorte administrativo en los tres niveles –el central, el autonómico y el local–, iremos de estremecimiento en estremecimiento. No saldremos del estado inicial de pecado, orteguianamente hablando.
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