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Sin rastro de la «revolución verde»

La versión oficial de voto masivo contrasta con el escaso interés de los iraníes. Los ayatolás quieren demostrar así su poder al mundo

Sin rastro de la «revolución verde»
Sin rastro de la «revolución verde»larazon

Casi 48 millones de ciudadanos iraníes con derecho a voto podían acudir ayer a 47.000 urnas dispersas por todo el país, para elegir 290 nuevos miembros del Majlis, su Parlamento, sabiendo que las opciones eran entre conservadores y ultraconservadores, sin posibilidades de reformistas por los que votar. Ello incidía también en la participación popular, aunque también ayer, en la jornada electoral, la radio y la televisión oficiales exhortaban a la gente a «salir a votar, porque el país lo necesita». En realidad, quien deseaba un alto porcentaje de participación popular, para crear apariencia de legitimidad, tras el gran fiasco de las elecciones presidenciales de 2009 y la falsificación de los resultados que permitió la reelección de Mahmud Ahmadineyad como presidente, era el líder supremo de Irán, el ayatolá Jamenei. Ayer, la televisión oficial iraní, bajo el lema «una votación grande como Irán», vaticinaba un «histórico 65 por ciento», algo evidentemente difícil de prever. «Hay mucha propaganda negativa contra nuestra nación», dijo Jamenei, después de haber acudido a votar. «Potencias arrogantes nos presionan arbitrariamente para mantener su prestigio. Y, si mucha gente viene a votar, será mejor para nuestra nación y para el mantenimiento de nuestra seguridad».

Hasta cuatro veces se amplió ayer el horario de votación en la jornada electoral, según informó el Ministerio del Interior en su página web, debido, siempre según la versión oficial, al elevado número de votantes que se acercaban a los colegios electorales. Sin embargo, según testimonios de muchos votantes y periodistas locales y extranjeros, la presencia de votantes en los colegios electorales de Teherán fue mucho menor que en los comicios presidenciales de 2009, que ganó el actual presidente, Ahmadineyad, y que la oposición calificó de fraude.

Las autoridades iraníes aplastaron las protestas de los reformistas islámicos opositores por el supuesto fraude, se produjeron decenas de muertos y miles de detenciones y sus dos principales líderes, Mehdi Karrubi y Mir Husein Musavi, llevan más de un año en un rígido arresto domiciliario.

Miedo y presiones
Preocupados por la carestía de la vida, por el deterioro general de la economía y la represión interna, pero también por el aislamiento general del país y las presiones exteriores sobre Irán por su programa nuclear, es probable que numerosos ciudadanos hayan ido a votar, no por creer que su voz cambia algo, sino para evitar futuros problemas. Es que el documento de identidad de cada uno es marcado con un sello especial al momento de votar, por lo cual queda en evidencia quien no lo hizo. Los reformistas, con sus dos líderes en arresto domiciliario, optaron por no presentar ninguna lista, vaticinando que la elección no sería «libre y auténtica». La gente hablaba abiertamente del apoyo al líder máximo Jamenei y en los medios oficiales se transmitía testimonios de quienes hablaban en defensa de la República Islámica, presentando las presiones occidentales sobre Irán, no como una crítica al régimen islámico, sino como un ataque al país en general. Algunas agencias internacionales recabaron las declaraciones de Majid Shahriari, cuyo esposo era un científico nuclear asesinado hace un año y medio, quien dijo a la agencia iraní FARS que votaba «por el honor de Irán».

En el centro de la contienda, aunque no se lo plantee abiertamente en estos términos, está la disputa entre Jamenei y el campo identificado con Ahmadineyad. En los últimos meses, numerosos aliados del presidente iraní han sido detenidos o alejados de sus puestos en el sistema de Gobierno. Si bien, de fondo está la rivalidad personal y el disgusto de Jamenei por actitudes políticas de Ahmadineyad, a estas diferencias se añadió también un tinte relacionado con la religión, alegando los más ultraconservadores que la gente del presidente intenta alejar a los clérigos.


Jamenei sale reforzado
Con la idea de presentar su imagen como guía espiritual, más que de líder ejecutivo, las elecciones legislativas presentan al líder supremo Ali Jamenei, como hombre fuerte de Irán. Mientras, Mahmud Ahmadineyad, con el que ha mantenido intensas disputas, trata de colocar a su número dos, Mashai, al frente del régimen para consolidar su corriente en el poder.