Historia

Francia

CRÍTICA DE CINE / «La llave de Sarah»: Holocausto maquillado

Director: Gilles Paquet-Brenner. Guión: S. Joncour y G. Paquet-Brenner a partir del libro de Tatiana de Rosnay. Intérpretes: Kristin Scott-Thomas y Mélusine Meyance. Duración: 111 min. Francia, 10. Drama.

«La llave de Sarah»: Holocausto maquillado
«La llave de Sarah»: Holocausto maquilladolarazon

No sabemos qué parte de «La llave de Sarah» es más obscena, si la que desarrolla el drama de una niña que encierra en un armario a su hermano pequeño para salvarlo de los campos de concentración nazis o la que se empeña en que nos interesemos, ya en el presente, por la obsesión de una periodista por reconstruir la historia de esa niña, como si los ecos de esa tragedia resonaran en la ignorancia de sus contemporáneos. Sabemos lo peligroso que resulta filmar el Holocausto, sobre todo si hay niños implicados, y Paquet-Brenner no elude ninguno de los pecados que le pondrían en nuestra lista negra: prisioneros maquillados como en una película expresionista, ralentís que subrayan la obligada separación entre madres e hijos hacia distintos campos, gritos desmelenados, suicidios en directo. Es obsceno el modo en que esas imágenes ponen de relieve la espectacularización de una de las grandes masacres de la historia universal precisamente cuando lo que se quiere aquí es denunciar el colaboracionismo francés y la falta de memoria de los que aún son hijos de ese «laissez faire» tan propio de la época de la ocupación.

El tema rector de «La llave de Sarah» es la culpa. ¿Cómo sobrevivir a ella cuando el horror ha impuesto sus reglas? Una película como «La decisión de Sophie» planteaba un conflicto de peso parecido al de ésta. Un conflicto fuerte, imponderable, que arrastra consigo al filme y a Sarah, que, en su versión adulta, nunca habla, ha dejado de ser persona para ser fantasma. Los demás, en el presente, hablan mucho, sobre todo Julia, la periodista interpretada por Kristin Scott-Thomas. Es ella la que induce a la película al melodrama culebronesco, la que invoca las forzadas rimas entre su historia y la de Sarah, la que prolonga la búsqueda de los familiares de su heroína más allá de lo soportable. Hablábamos de lo obsceno, y quizá lo obsceno es intentar encontrar paralelismos entre una reportera intrépida que tiene que decidirse a ser madre a los 40 y una niña que perdió la inocencia en las alambradas, con una llave que le quemaba en la mano.