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España da oxígeno a Siria
El presidente de Siria, Bachar Al Asad, aún estaría a tiempo de recuperar la legitimidad perdida por «emplear la fuerza militar contra su propio pueblo». La ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, dijo ayer en Abu Dabi que si Asad es «capaz» de iniciar un proceso de «reconciliación nacional» y de «reformas», podría volver al buen camino.
La represión siria, que Human Rights Watch (HRW) cifra en 1.500 muertos y más de 10.000 desaparecidos, arrancó a los pocos días de que la jefa de la Diplomacia española visitara al heredero de Hafez Al Asad. De hecho, un equipo de TVE grabó una de las primeras protestas a las puertas de la Mezquita de los Omeyas justo cuando la ministra se encontraba en su interior.
El 15 de marzo, en el curso de su primera gira por Oriente Medio, Jiménez dejaba Damasco con una «buena impresión» del líder sirio, oftalmólogo de profesión, tal y como ella misma recordó. La ministra contó a los periodistas que el presidente le había confesado durante la reunión de hora y media que mantuvieron en el palacio presidencial que tenía intención de emprender el «camino de las reformas democráticas» y que a ella le resultó «creíble». En descargo de Jiménez, hay que añadir que los que han tenido ocasión de tratarle de cerca cuentan que la capacidad de «seducir» al interlocutor es una de las principales virtudes del hijo del «León de Damasco».
La ministra insistió ayer en que, para recuperar la credibilidad, Asad tendría que «mantener la estabilidad y la paz en su país». Además, recordó de forma vehemente que «desde el primer día» el Gobierno español ha condenado la violencia de forma «contundente» y recordó que la comunidad internacional se mantiene «vigilante», tanto desde la Unión Europea como desde la ONU. Aunque reconoció que el «consenso» en el Consejo de Seguridad «no siempre es fácil», España respaldaría una resolución sin paliativos. Lo cierto es que el Gobierno de Zapatero, al igual que otros como el de EE UU y Francia, tardaron mucho menos tiempo en censurar al dictador libio, Muamar Gadafi. Siria es otra historia.
Quien no está dispuesto a afear al presidente sirio es Rusia. Un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de este país dijo ayer que su Rusia se opondrá a cualquier resolución del Consejo de Seguridad de la ONU contra Siria porque la situación en este país no supone una amenaza «para la seguridad mundial», aunque no ha dicho expresamente que vaya a usar su poder de veto. De los quince miembros que componen el Consejo de Seguridad de la ONU, hay tres –China, Rusia y Brasil– que han expresado reticencias sobre esta resolución de condena. Entretanto, Turquía sigue recibiendo refugiados. Según el Gobierno turco, unas 2.000 personas han cruzado la frontera turca huyendo de una posible represalia del régimen sirio en la población de Jisr as Shugour, a unos 20 kilómetros del país vecino.
Irán colabora en la represión siria
El ministro de Exteriores de Reino Unido, William Hague, declaró en el Parlamento esta semana que «Irán está combinando la brutal represión contra opositores [iraníes] con el suministro de equipos y asesoramiento técnico para ayudar al régimen sirio a reprimir las protestas». Irán ya ha respondido diciendo que las acusaciones de Hague «no tienen ninguna base ni fundamento». «El Gobierno británico no está cualificado para hacer comentarios de otros países debido a sus actos intervencionistas y su papel destructivo en la región, al haber entrenado a los ejércitos de países para que reprimiesen a sus pueblos».
Los niños mártires de Al Asad
Tamer Mohamed Al Sharei, de 15 años, desapareció en la rebelde ciudad de Saida el pasado el 29 de abril, el mismo día en que se evaporó su amigo Hamza Al Khatib, dos años menor que él. Ambos son ya símbolos póstumos de la revolución contra el régimen de Al Asad, quien por acción u omisión es responsable de sus brutales muertes. El cuerpo de Hamza fue el primero en ser devuelto a sus familiares, a finales de mayo, con evidentes signos de tortura. Lleno de quemaduras, el muchacho recibió múltiples descargas eléctricas y tenía marcas de cigarrillos por todas partes. No contentos con el flagelo, sus verdugos le cortaron los genitales y le rompieron el cuello. Los habitantes de Saida, levantados en solidaridad con sus vecinos de Deraa, volvieron ayer a revivir el tormento de recibir el cuerpo mancillado del otro joven capturado por fuerzas leales a Al Asad.
El cadáver de Tamed pareció un calco del de su amigo: sin un ojo, con varios dientes arrancados y con la cara hecha un girón de tiras de piel. El ensañamiento de sus captores anuncia que bien pudieron ser los mismos carniceros en asesinar a Hamza. El temor a que continúe la tortura de niños ha puesto en guardia a los rebeldes, quienes, sin embargo, han visto reforzados los motivos para tumbar al régimen. Mientras, la comunidad internacional a duras penas reacciona. La alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, dijo que es «deplorable que un Gobierno reprima a su población y usando tanques, artillería y francotiradores».
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