Sevilla

Manzanares indulta al primer toro de la historia en Sevilla

Sevilla. Sexta de la Feria de Abril. Se lidiaron toros de Núñez del Cuvillo, el 2º como sobrero, con genio. Bien presentados. Buenos, 1º, 3º, indultado, y 6º. El 4º, manejable y el 5º, deslucido. Lleno de «no hay billetes». Julio Aparicio, de azulón y oro, estocada (algunos pitos); dos pinchazos, estocada (silencio). Morante de la Puebla, de verde oliva y oro, pinchazo hondo, decabello (saludos); media, cuatro descabellos (silencio). José María Manzanares, de azul pavo y oro, indultado (dos orejas simbólicas); estocada (dos orejas).

ag_toros_aparicio_morante_manzanares_b_213
ag_toros_aparicio_morante_manzanares_b_213larazon

La Puerta del Príncipe no bastaba. Atravesó el umbral entre gritos de "torero, torero". No cabía un alma ni en la plaza ni en los alrededores. Tantos queríamos acompañar a José María Manzanares en ese día que ya ha pasado a la historia. La tarde del indulto. Las cuatro orejas. La emoción desatada. Desbordada. Imágenes que nos acompañarán mañana. Feliz, radiante salió a hombros vitoreado. Llegó al coche de cuadrillas. Se abrazó allí con alguien. ¿Quién sabe quién? A lo lejos, tan sólo se vislumbraba el abrazo. La ilusión armada. Pero no bastaba. Como no bastaba con que "Arrojado"encontrara la muerte tras la espada. Y como no bastaba la afición volvió a tirar de él. La afición, gente de bien, que trabaja, o no en este país de paro. Gente que paga su entrada, que busca en el toreo, en el arte, la emoción, la sensibilidad. El levantarte del asiento porque algo, casi inexplicable, de pronto, qué decir, cómo decir, los vellos de punta, una envidia sana, el mundo olvidado. ¿Y todo por un pase? Sí, la bendita locura, el milagro que esconde un muletazo. Y decía entonces, que sacamos a hombros a Manzanares, aventurados ya, embriagados, extasiados, dispuestos a celebrarlo. Y se negó la gente a dejar al rey de la tarde en el coche, y tiraron de él, y a la vez una congoja se despertaba en la barriga. La gente tiraba, mundanos todos, tiraban del torero, último héroe del siglo XXI para pasearlo a hombros rumbo al Guadalquivir. Qué imagen...

Histórica tarde, que había marcado un hito mucho antes. Grandioso retorno de Núñez del Cuvillo a Sevilla. Ya el primero cantó verdades de bravura, de entrega, de nobleza. Ante las que Morante dejó un quite por verónicas y una media, que en otras tardes nos hubiera servido para hilar una crónica entera sumando los detalles de Aparicio capa en mano. No estuvo a la altura después. Una pena. Tampoco lo estaría con el cuarto. Poco más nos dejó después Morante. Ni en uno ni en otro.

Salió "Arrojado"el tercero. Cumplió en varas, como toda la corrida. Y se hinchó a embestir. Pero qué manera de hacerlo. Fijeza, descolgado el cuello, entrega en el viaje, claridad y bravura. José María Manzanares toreó a cámara lenta. No. Más despacio todavía. Largo, no, en busca de la eternidad. Y juro que la encontró. El toreo es, fue, será, una emoción incontenible que se nos fue de las manos, mientras ese toro no se cansaba de embestir y Manzanares depuraba los muletazos, más aterciopelados, cosidos al de pecho, metiendo al toro por dentro, profundo el remate, intenso. La gente en pie. La emoción en el ruedo, en el tendido. Los pañuelos que asoman, que piden la vida para el toro, que se le deje para semental. Manzanares que enseña al astado, que lo luce, su cómplice, amigo, y ante el júbilo general, asoma el pañuelo naranja por presidencia. Llora Manzanares, se abraza a Álvaro Núñez, corre el mozo de espadas por el callejón... Nadie se libra de la emoción. Todos presos. Conscientes. Aturdidos ya.

¿Dos orejas? ¿Dos orejas y rabo? Simbólico todo. La Puerta del Príncipe está a medio abrir. De par en par en nuestros corazones. Sale el sexto. Otro Cuvillo de cante grande que cierra un corridón, ganadero. Y ese Manzanares que vuelve a perderse, a perdernos, por los caminos más bellos que tiene el toreo. Y de pronto, los muletazos, de tan largos, tan largos, parecen unirse. Y sublima Manzanares así el arte más bello que hay en el mundo. Nuestro mundo, de nada salvaje. Belleza brava torero. Empaque y profundo. Contradicciones rotas. Y éxtasis total cuando entra la espada. Por la Puerta grande se fue Manzanares. Y todos. Has hecho historia, maestro.