Por una vieja foto

Un día, de pronto, como en la magistral y emocionante «Calabuch», un extranjero (notablemente interpretado sin apenas palabras por Col Meaney)aterriza en medio de un pequeño pueblo, esta vez mallorquín y de montaña. No sabe nada de español, lo que tampoco parece importarle demasiado, aunque decide instalarse discretamente en un viejo comercio abandonado hace tiempo. Los vecinos, contentos ante la llegada de un forastero, de no ver siempre las mismas caras, creen una cosa, que la tienda abrirá de nuevo sus puertas, pero van muy desencaminados, y una fotografía tiene la culpa... La cámara novata de Bestard se demora a veces demasiado en los magníficos paisajes, en las arboledas, los cielos y la zona del bosque más oscuro para narrar esta sencilla película sobre amistades impensables que pueden enderezar una existencia. Con parsimomia, desarrolla una historia de claras aspiraciones poéticas en la que este enigmático irlandés (¿pero existe, en realidad?) termina cambiando la existencia de quienes lo rodean. Acertaron: para bien.