Barcelona

Los jóvenes toman el Ángelus

El 7 de noviembre de 1982 Juan Pablo II rezó el Ángelus en el templo de la Sagrada Familia durante su visita a Barcelona. Exactamente 22 años después y en el mismo lugar que su sucesor, Benedicto XVI volvió a dirigirse al mundo desde la fachada del Nacimiento de la gran obra de Gaudí y nueva basílica de la Ciudad Condal. Y los jóvenes estuvieron allí para arroparlo y transmitirle un claro mensaje de fe y esperanza en el presente y el futuro de la Iglesia.

Benedicto XVI rezó el Ángelus ante la fachada del Nacimiento
Benedicto XVI rezó el Ángelus ante la fachada del Nacimientolarazon

Tras la dedicación de la Sagrada Familia, el Papa se dirigió hacia la fachada del Nacimiento acompañado por la música y la letra del Virolai. En el exterior de la nueva basílica, la multitud esperaba impaciente la salida del Pontífice y el rezo del Ángelus. Centenares de jóvenes se aproximaron todo lo que pudieron –dadas las fuertes medidas de seguridad– al pórtico por donde Su Santidad aparecería. Y se abrieron las enormes puertas y la multitud rompió en un fuerte aplauso. De fondo, un cántico se alzó ante las palmadas: «¡Esta es la juventud del Papa!». Tal fue la emoción y la energía contenida durante la Santa Misa que el Papa tuvo que aguardar unos largos segundos a que los invitados hicieran silencio para comenzar su discurso.

Las primeras palabras del Santo Padre fueron para la nueva beata María Bárbara de la Santísima Trinidad que ensalzó como ejemplo de quien entregó «por completo su vida a la mayor gloria de Dios y al servicio generoso de los hermanos, especialmente de los más pobres y necesitados». Precisamente, del «genio» Gaudí, el Papa también resaltó su sensibilidad con los indefensos. «Los pobres siempre han de encontrar acogida en el templo, que es la caridad cristiana», señaló Su Santidad recordando las palabras del artífice del templo de la Sagrada Familia, «una alabanza a Dios hecha en piedra». Con su obra Gaudí «pretendía llevar el Evangelio a todo el pueblo», tomando «como protagonistas a las personas más humildes».

El valor de la familia y la vida

Benedicto XVI se mostró lleno de «gozo» por haber podido dedicar la Sagrada Familia a Jesús, que «nos ha enseñado sin palabras, la dignidad y el valor primordial del matrimonio y la familia». Y al pronunciar esas palabras, la multitud rompió en otro gran aplauso cargado de intención y alegría. Los jóvenes congregados frente a la fachada del Nacimiento volvieron a entonar cánticos ensalzando al Santo Padre y dificultaron poder oír las siguientes palabras del Pontífice. El «Hijo del Altísimo» enfatizó la importancia de la familia, «esperanza de la humanidad, en la que la vida encuentra acogida, desde su concepción a su declive natural», añadió el Papa.

Tras su discurso, Benedicto XVI dedicó unos minutos a saludar a los asistentes y agradecer con una gran sonrisa la acogida y la fuerza de los jóvenes allí presentes. Más aplausos, gritos entre el gentío y los más pequeños no volvieron a escatimar esfuerzos a la hora de cantar. Cuando la multitud enmudeció se rezó el Ángelus y el Papa impartió la bendición final que culminó una ceremonia de más de tres horas de duración .


Una comunidad privilegiada
Frente a la fachada del Nacimiento, en un lugar privilegiado para seguir la Santa Misa y rezar el Ángelus, se instalaron 1.250 sillas. Desde las 7.00 horas de ayer los asientos fueron ocupándose poco a poco. La zona había sido reservada para representantes de la Comunidad de San Egidio, que el pasado mes de octubre organizaron la cita anual de esta entidad en Barcelona. Tras los esfuerzos realizados durante los tres días que duró el encuentro de oración por la paz con las principales confesiones religiosas, llegó el regalo. Y no defraudaron a la hora de acoger a Benedicto XVI.