Educación

Valores por Cástor Díaz Barrado

La Razón
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Toda sociedad se fundamenta en valores, también la sociedad internacional. A lo largo de los últimos siglos, los estados se han ido dotando de una serie de principios que rigen las relaciones internacionales y que encuentran su razón de ser en determinados valores. El mantenimiento, a toda costa, de la paz internacional, el establecimiento de sistemas democráticos y la instauración de la democracia en la sociedad internacional, el respeto irrestricto de los derechos humanos y su protección, y la búsqueda del desarrollo económico y social se han constituido en los valores predominantes en el mundo actual, a pesar de que la consecución de estos valores se enfrente a múltiples dificultades y aunque no se pueda decir que se han alcanzado todos los objetivos que están presentes en su afirmación. Los estados y otros actores internacionales deben inspirarse, necesariamente, en los contenidos de estos valores y sus comportamientos deben ser conformes a los criterios que se derivan de la paz, la democracia, los derechos humanos y el desarrollo económico y social. El logro y la consolidación de estos valores ha sido uno de los principales avances que se han producido en el siglo XX. Desde finales de la II Guerra Mundial vivimos inmersos, de manera permanente, en la consecución de estos valores y nada parece impedir que continúe su consolidación a lo largo del presente siglo. Los acontecimientos de la realidad internacional no desmienten, a pesar de las apariencias, que se camine en esa dirección. Las situaciones de conflicto armado permanecen, la pobreza sigue siendo una de las situaciones a las que se enfrente la humanidad y proliferan todo tipo de peligros en la sociedad internacional contemporánea. A pesar de todo, se observa una decidida tendencia a afianzar los valores de los que nos hemos dotado. Nada impide, sin embargo, que nuevos hechos y comportamientos cambien el rumbo de la historia. La comunidad internacional debe estar muy atenta, más en estos tiempos de incertidumbre y desolación, para que los valores esenciales no sean abandonados y, más aún, para que no se instauren otro tipo de valores que resulten más perjudiciales para la convivencia internacional. No hay un nuevo orden mundial, pero podría haberlo. Los valores con los que hoy cuenta la sociedad internacional pueden abocar a una sociedad más justa e igualitaria, pero no se sostienen por sí solos. Corresponde una acción decidida de la comunidad internacional y, en particular, de los estados.