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La cultura de la crisis por Lluís Fernández

Los españoles con creatividad y empuje han de buscar fuera lo que aquí les falta

El estado de la nación
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¿Para qué sirve la cultura? No la política cultural que utilizan los partidos políticos para controlar esa parcela de poder que da escasos votos y prestigio por delegación. Esa no sirve para nada. La otra, la que genera valor añadido, ese i+D+i que utilizan los malos políticos como latiguillo sin contenido, es la que ha de sacar a España de la crisis con nuestro esfuerzo.
Hace años, en un popular ensayo de C. P. Snow, «Las dos culturas», se hablaba de la falta de comunicación entre las ciencias y las humanidades para lograr la interdisciplinariedad. ¿Quién lo recuerda?
Con la Universidad en declive, las humanidades en fase de extinción en el bachillerato, las ciencias sociales tomadas por la metafísica de los «Estudios culturales» y las ciencias duras sin dotación presupuestaria, abandonadas a la buena de Dios, a los españoles con creatividad y empuje solamente les queda buscar en otros países lo que aquí les falta.
Todos lamentan la diáspora, pero nadie sabe cómo detenerla, tal es el grado de abatimiento, mezclado con rabia, que sienten los españoles ante el marrón que los paraliza. Y eso que ya llevamos cinco años y gente sensata como Pizarro la planteó con claridad meridiana en aquel triste debate de televisión con el ministro Solbes.
En España, se identifica cultura con artistas subvencionados, ya sean del cine, la televisión pública, el teatro, la danza y los artistas plásticos, esos que exponen en los numerosos museos que han proliferado como setas a mayor gloria de Concejalías, Consellerías autonómicas y Ministerios de Cultura por España. La cultura del pelotazo.
Para salir de la crisis se necesita, entre otras cosas, abandonar la política de subvenciones a esa casta de arrimados que se han autoerigido en detentadores de la cultura y la intelectualidad mediante el chantaje progresista. También los otros, los que viven de la sopa boba.
Volver a pensar en una España civil, lo más alejada del influjo político y el estado benefactor que ha lastrado cualquier iniciativa que no coincidiera con sus intereses ideológicos, y comenzar a regirse por la iniciativa privada. Nadie mejor que los españoles saben qué hay que hacer para salir de la crisis: sacudirse primero el desencanto que impide pensar con independencia de los partidos políticos. Luego, tomar la iniciativa y no esperar que sean los otros quienes nos saquen de la crisis. Tenemos capacidad intelectual y competencia profesional suficientes para organizarnos por nosotros mismos.
Es imprescindible un rearme moral. El nihilismo de la posmodernidad del «todo vale», la valoración de la inanidad como algo apreciable y la ausencia de crítica a la basura cultural que se prodiga por igual en cualquier medio de comunicación, han hecho de España el país más acomodaticio, permisivo y acrítico del mundo. Si todo vale, todo vale nada.
Si cualquier tontería intelectual que se vocea desde los centros de emisión universitarios no encuentra oposición ni crítica razonada que contrarreste su consolidación como una pieza más de la cultura dominante, esa cultura seguirá siendo un lujo suntuario. Hay que oponerse al discurso dominante progre y desenmascarar su carga igualitarista negativa que lleva a la depresión y el conformismo.
España tiene personas suficientemente preparadas y valiosas para salir de la crisis por sus propios medios. Tan sólo se necesita sacudirse la galbana depresiva, volver a pensar como individuos que hacen ellos mismos su propio destino y luchar con el resto de españoles como un equipo que interactúa y colabora en un proyecto común, que no puede ser otro que España, que nos ha configurado como nación democrática.
El desarrollismo fue la forma que tuvieron los españoles de los años 60 de salir de una profunda crisis mediante el trabajo y la colaboración, dejando atrás las divisiones ideológicas que con tan mala fortuna la izquierda zapatera y los nacionalistas han traído al primer plano de actualidad con la Ley de Memoria Histórica y el enfrentamiento entre comunidades.
Son los políticos los que deben seguir los caminos que abran los españoles para determinar cómo vamos a salir de la crisis y el proyecto común para lograrlo.