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«Creo sin reservas en la capacidad de Rajoy para poner de nuevo en marcha el país»

En los encuentros «La Razón de...» llamó a los jóvenes a no aceptar su condición de víctimas de la política del PSOE y a liderar la recuperación. Insta a los españoles a rebelarse frente a la resignación socialista

De izqda. a dcha, Edmundo Rodríguez, María Dolores de Cospedal, José Creuheras, Ana Botella, Mariano Rajoy, Mauricio Casals, Esperanza Aguirre, Joaquín Parera y Alberto Ruiz-Gallardón
De izqda. a dcha, Edmundo Rodríguez, María Dolores de Cospedal, José Creuheras, Ana Botella, Mariano Rajoy, Mauricio Casals, Esperanza Aguirre, Joaquín Parera y Alberto Ruiz-Gallardónlarazon

LA RAZÓN fue ayer de José María Aznar. El ex presidente del Gobierno analizó en este diario la situación política y económica de España desde la perspectiva del pasado y de la importancia de la Transición y de los valores que en ella cuajaron. Pero también con las luces largas puestas, mirando al futuro con un mensaje optimista sobre la capacidad de la sociedad española, ya demostrada, para superar las actuales dificultades y para sobreponerse a la crisis económica e institucional que asola al país.

Tan importante fue el fondo de sus palabras como todo lo que rodeó a su discurso, porque una vez más ayer se confirmó que Aznar sigue generando una expectación más propia de un líder en la primera línea de fuego que de un político retirado desde hace años de la contienda. La realidad superó todas las previsiones de convocatoria, empezando por el grueso del equipo que hoy lleva las riendas del PP y que en aquel Congreso de Valencia se reivindicó como el protagonista de una nueva etapa. Aznar, por cierto, echó más que un capote a Rajoy, un gesto que hoy sigue teniendo un valor extraordinario dentro del PP, entre sus dirigentes, pero sobre todo entre las bases y la militancia popular, mucho más ajena a los complejos respecto a los mantras socialistas que quienes las lideran. Además de reivindicar el proyecto de Rajoy y de lanzar un mensaje de unidad que adquiere mayor relevancia tal y como está el patio en el PSOE, el presidente de FAES también sentó las bases de lo que debe ser un proyecto de regeneración con el que España recupere la senda de crecimiento perdida.


- La transición y su vigencia
Aznar denunció que España vive un momento de regresión, no sólo económica, sino también de cohesión política, de ideas y de valores, «que nos ha hecho perder los objetivos nacionales compartidos». Un punto de partida muy orteguiano y en el que el foco del problema está, también para los ojos del ex presidente, en ese «particularismo» que para el filósofo de la «España invertebrada» era el principal problema de la sociedad española. Ese déficit se ha agravado, según denuncia Aznar, porque se ha buscado conscientemente romper la trayectoria histórica del país impulsada por objetivos mayoritariamente compartidos desde la Transición.


- La crisis económica
En el terreno económico, la clave de la «ruptura empobrecedora», en sus palabras, es el abandono de la estabilidad económica y del proceso continuo de reformas necesarias para mantener la competitividad y el empleo en los mercados globales.

«Es la intervención arbitraria en la vida empresarial, con un flagrante desprecio a las reglas de juego, incluso a las europeas; es el crecimiento desmedido del gasto público, incluso en los últimos años de bonanza; es el fortísimo incremento del déficit público, con una entusiasta ruptura del Pacto de Estabilidad, y son las subidas generalizadas de impuestos». La consecuencia no puede ser más dramática: «De la creación de cinco millones de puestos de trabajo a un paro de casi cinco millones de personas. Un paro que atrapa a toda una generación y arruina sus expectativas vitales».


- España «menguante»
Así ve el presidente de FAES el papel de España en el contexto internacional. «Cuando no sabes si eres una nación y además actúas como si no lo fueras, es difícil defender el interés nacional de España». A su juicio, el país «padece una política exterior que oscila entre lo risible y lo peligroso» porque hasta ha renunciado a la defensa de la universalidad de los derechos humanos con la excusa de la Alianza de Civilizaciones.


- La resignación socialista

Uno de los mensajes de mayor calado político de la conferencia-coloquio del ex presidente fue su llamamiento a rebelarse contra la «resignación socialista» y contra esos mantras del PSOE que «son los mismos que utilizaban al final del ciclo de González para ocultar su fracaso». «No es verdad –defendió Aznar– que no haya otra política económica posible ni que la oposición no sea una alternativa». Y el ex presidente puso especial energía cuando se dirigió a los jóvenes para instarles a confiar en el futuro de España y a ser ellos quienes lideren su recuperación. Hoy tenemos una generación de jóvenes que se da por perdida para el empleo, que no tiene confianza en que España le vaya a dar oportunidades y que empieza a pensar en la emigración como una forzada alternativa de futuro, relató. Y a ellos les recordó que España ya fue capaz de superar el legado de otro Gobierno socialista. «Debemos animarles a que no acepten la resignación que se les pide. Debemos decirles que no tienen que resignarse a ser las víctimas de la crisis, sino que están llamados a ser los protagonistas de la recuperación. Que no olviden que la resignación es la receta de todo socialismo en crisis».

- Un gran acuerdo nacional
Aznar defendió ayer que el futuro debe pasar por poner en marcha un gran acuerdo nacional, como el que impulsó su partido en el 96 cuando ganó por primera vez unas elecciones generales. «Los gobiernos que presidí ni hicieron España ni hicieron Europa, pero buscaron y creo que encontraron un buen lugar para una buena España y una buena Europa. Y eso es exactamente lo que ahora nos falta», defendió.


En ese sentido, Aznar aderezó sus palabras con un guiño al actual eslogan de la dirección de su partido: el de que a esta Legislatura le sobra un año y que, por tanto, convendría un adelanto electoral para poner fin a lo que, a juicio de los populares, es una agonía de Rodríguez Zapatero inútil, pues ni sirve ni servirá para mejorar el bienestar de los españoles. En palabras del ex presidente, «ha llegado el momento de sacudirnos el peso que nos impide recuperar la confianza en un proyecto común de prosperidad. Ese peso, hoy, se llama socialismo. La mayoría de los europeos ya lo han hecho». Y a partir de ahí convocó a los españoles a un «gran proyecto nacional de recuperación, de regeneración y de reformas, en el que no hay ni milagros ni atajos».


- La peor herencia
Contundencia en la crítica a la gestión socialista, sin divagar ni poner algodones a la dura realidad con la que tendrá que lidiar el próximo Gobierno de España. «La dimensión de la tarea que espera a quienes van a asumir el Gobierno de España, el Partido Popular, es inmensa. Ni hay proyecto que continuar ni activos que administrar. El próximo Gobierno va a recibir la peor herencia institucional, política, económica y social que haya recibido un gobierno democrático de España. Y eso obliga a una tarea cívica que consista en recuperar los consensos políticos básicos, recuperar el valor normativo de la Constitución y el respeto a las leyes y poner fin a la centrifugación empobrecedora del Estado, así como restablecer su papel vertebrador de la sociedad como garante de la igualdad y la cohesión entre los españoles». En suma, su recetario es «restablecer la confianza, el vigor y la plenitud de las instituciones». «E incluso, me atrevo a decir, un cierto sentido de fraternidad entre los españoles, sin los que no es posible esfuerzo colectivo alguno ni rescatar los consensos imprescindibles».


- Esfuerzos, no sufrimiento
Aznar reconoció ayer en este diario que para salir adelante harán falta esfuerzos compartidos y una limitación «de lo que podemos esperar del Estado». Ahora bien, precisó que el hecho de que el Estado tenga que limitar su protagonismo económico y social no debe perjudicar a los más desprotegidos. «Esta limitación de lo que podemos esperar del Estado nos debe llevar a una sociedad más fuerte y virtuosa, dispuesta a recobrar un territorio del que había sido desplazada por una confianza ilimitada en el paternalismo estatal». La imprescindible reforma del Estado del Bienestar debería dejar paso, a su juicio, a una «vigorosa Sociedad del Bienestar abierta a todos». Al hilo de esa reforma pendiente, el presidente de FAES advirtió de que los «esfuerzos de los españoles, en manos de los socialistas, ni han servido ni servirá para nada». «Con la excusa de que no hay otra política posible, lo que el actual Gobierno pide a los españoles no es que se sacrifiquen, sino simplemente que sufran», lamentó.


- Respaldo al líder del PP
Para el final de su discurso dejó uno de los mensajes más significativos de la tarde en clave de partido: su apoyo sin fisuras, sin matices, a Rajoy y su plena confianza –que proclamó– en la capacidad del líder del PP para torear la crisis y devolver a España al buen camino. Hace falta un gran proyecto nacional de regeneración y reformas y sólo puede ponerlo en marcha un Gobierno reformista, sentenció el ex presidente. «Ya que lo que ahora tenemos no es un Gobierno reformista, sino transformista, que se resiste a abandonar el escenario. Un Gobierno que se niega a reconocer que ha llegado la hora de la alternativa».

En suma, el modelo a seguir es el mismo que el PP aplicó, bajo su tutela, en el 96: el de las reformas.

« Creo sin reservas en la capacidad de Mariano Rajoy para dar respuesta a todos los problemas. Bien los conoce porque bien sabe lo que es hacerse cargo de una herencia socialista y de poner de nuevo en marcha el país. El proyecto político del Partido Popular es hoy la esperanza de regeneración que comparten cada día más españoles», argumentó.
Aznar habló de «momento histórico» porque, según subrayó, «hoy estamos aún peor que en 1996». Habló de «encrucijada» y habló de «desafío». Y también proclamó que el camino que propone seguir su partido es el que lleva al éxito. Y que hay otro, el del PSOE, «que siempre tiene el mismo final: paro, retroceso social y deterioro institucional».

«No podemos ahondar en el error», advirtió. «Tenemos la seguridad de haberlo hecho. Podemos tener también la confianza de que lo haremos de nuevo», sostuvo, como puntilla final de su análisis político y económico de la situación que atraviesa España. Delante de él tenía a toda la cúpula popular, empezando por Rajoy. María Dolores de Cospedal, Soraya Sáenz de Santamaría, Alberto Ruiz Gallardón... El nuevo equipo, y también todos los símbolos de su etapa como presidente del PP y como presidente del Gobierno. Entre ellos, la vasca María San Gil. El resultado: una útil imagen de unidad.