Crítica de cine
Yo Leonor
Pues sí, ahora, efectivamente, también estoy castigada. Ya saben Vds. que en esta familia es imposible abrir la boca sin que tiemble el basto, así que se me ocurrió decirle al abuelo que, para lo que hay que ver, casi mejor verlo todo oscuro. Mi madre susurró eso de «cariño, ven que tengo que hablar contigo de una cosita», me cogió del pescuezo, y ya veremos incluso si me echan algo los Reyes Magos, porque está el ambiente muy regular. Yo intento que se relaje esta gente y aporto mi particular gracia y desparpajo juvenil, pero es que no ganamos para disgustos, oigan, es que no hay día que no estemos en un ay. Cuando al abuelo le atizó su ayudante un mustio contra una puerta estaba yo chinchando a mi hermana sobre su enorme parecido con Ronaldo de Lima. Mi padre vino corriendo y nos mandó a nuestro cuarto y cuando nos dejaron salir, el abuelo tenía ya un ojo de colores y una pinta entre Tom Jones y la Niña de la Puebla. Bueno, pues lo sueltas en público y fastidia, no gusta. Aquí hay que estar ya callada como una muerta o salimos a cisco diario. Ojo, que a mi me mola cómo va el abuelo con sus gafas pantalla de tonadillera racial, pero con lo del tito Urdangarín está la familia que no sé yo las Navidades que vamos a pasar. He intentado en vano bromear diciendo que, en realidad, es buena noticia saber que en vez de estar haciendo nada, el Tito Iñaki curraba de lo lindo y a mi madre le ha dado hasta hipo. Parece escuchimizada, sí, pero atiza unos azotes como panes.
✕
Accede a tu cuenta para comentar