Un «giallo» de entre los muertos

Como le ocurría al psicólogo de «El sexto sentido», en ocasiones Luigi Alfredo Ricciardi ve muertos. Lo que, en su oficio de comisario en Nápoles, viene a ser a menudo, por más que la Italia férrea de Mussolini no invitara al crimen. Ricciardi está marcado: vislumbra fugazmente al difunto en sus segundos finales, siente su dolor, oye su última frase... Aunque a menudo es una pista engañosa y acaba resolviendo los casos gracias a su inteligencia y su olfato de sabueso. Esta alma torturada es el personaje estrella de Maurizio de Giovanni (Nápoles, 1958), un novelista tardío –«escribo desde bastante mayor, no soy el típico autor que siempre quiso hacerlo»– cuyo comienzo se remonta a un concurso literario organizado en un café y a una niña que le miró aquel día desde la calle. «Sólo yo la vi. Pensé entonces cómo sería para alguien percibir cosas que nadie más puede ver». Ahora saborea el éxito con cinco entregas ya de su atípico investigador.

Muerte en la ópera
La que llega estos días a España es la primera, «El invierno del comisario Ricciardi» (Ed. Lumen). El protagonista escuchará a un cadáver muy especial: un famoso tenor que muere asesinado en su camerino del Teatro San Carlo una noche de estreno. ¿Y por qué en 1931? «No me gustan los métodos de la Policía Científica. Me divierto leyendo a Patricia Cornwell y a Jeffrey Deaver, pero para contar una historia, ese tipo de novela te aleja de las emociones. A mí me gusta encontrarme con pasiones que conducen al delito: el hambre, el amor... En los años 30 no existían métodos como las huellas dactilares, los rayos x o el ADN. El investigador debía buscar dentro del hombre».

Cuenta sobre Nápoles que «tiene una característica especial: hay barrios ricos, la parte noble y de negocios, y a pocos metros, las zonas humildes, con gente pobre y de mala vida. Este contacto permanente implica una presencia constante del mal y del bien que hace saltar chispas. Y esto, que es dramático desde el punto de vista social, narrativamente resulta maravilloso».

El crimen real, hoy en día, tiene poco que ver con el romanticismo implícito en la novela negra en el que descubrir al culpable es un reto. Los criminales reales –lo saben bien en Italia–, asesinan a jueces y no actúan por otra pasión que la del sucio dinero. «La Mafia surge cuando no hay Estado, cuando éste renuncia a todo un territorio y se apoya en personas corruptas. Entonces estas organizaciones se convierten en sustitutos del Estado. En Italia, la mitad Norte conquistó a la Sur y luego la abandonó a su suerte. Esto permitió a la Mafia apoderarse del territorio. Es, por tanto, un delito del Estado».

Y cuenta, sobre la situación política en su país: «Todo lo que nace, crece, envejece y muere. Todo se degrada, y cuando alguien gobierna durante mucho tiempo en un puesto, acaba creyendo que es suyo. Italia vive ese momento. Espero que estemos al final del proceso, aunque nuestra ley electoral fomenta grandes coaliciones de signo político distinto que dificultan el acuerdo cotidiano. El periodo de Berlusconi ha sido malo, más ridículo que trágico. Pero hay un desierto de alternativas: no veo ninguna fuerza capaz de resolver la crisis actual».

El «boom» italiano
Aunque en España llamamos de forma genérica «giallo» a cualquier novela negra italiana, De Giovanni matiza: «Los "gialli"eran historias de misterios, thriller anglosajón clásico. La novela negra es más social: habla de la vida y tiene más fuerza. Es lo que interesa más en Italia ahora». Y explica que «cada ciudad italiana tiene su autor, es una polifonía interesantísima». En el festival Getafe Negro se dan cita hasta mañana una buena muestra. Él recomienda leer a Gianrico Carofiglio y Marco Vichi –ambos han acudido a Getafe– y, sobre todo, a Donato Carrisi. «Es un gran momento para la novela negra en Italia. Tanto que casi me preocupa: no sé si es el reflejo de nuestra sociedad».

«El INVIERNO DEL COMISARIO RICCIARDI»
Maurizio de Giovanni
LUMEN
255 páginas. 17,90 euros.