Hollywood

Dos princesas distinto cuento

Charlene no quiere ser la «copia» de Grace, pero Mónaco demanda una nueva leyenda

Puede que su parecido con la fallecida Grace Kelly sea más que razonable, sin embargo, está claro que Charlene no tiene el carisma de Grace. Grace Kelly, Inspiradora, magnética e irremediablemente bella.
Puede que su parecido con la fallecida Grace Kelly sea más que razonable, sin embargo, está claro que Charlene no tiene el carisma de Grace. Grace Kelly, Inspiradora, magnética e irremediablemente bella.larazon

Dos gotas de agua, o casi. La semejanza es tan flagrante que hay quien ve en Charlene Wittstock, la prometida de Alberto II de Mónaco, una muy digna sucesora de la sublime Grace Kelly. Es cierto que el príncipe heredero, de 53 años, nunca ha ocultado su deseo de desposarse con una mujer que para siempre le recordara a su añorada madre, trágicamente fallecida en un accidente de automóvil en septiembre de 1982. Una, entre otras mil razones, que explicarían la larga espera de uno de los últimos y codiciados solteros de oro de las monarquías europeas, que por fin romperá décadas de celibato para contraer matrimonio los próximos 1 y 2 de julio.

Entre ellas el parecido físico es evidente. No sólo por la longilínea figura de la ex campeona de natación surafricana y futura consorte monegasca, sino por la rubia cabellera que inevitablemente trae a la memoria la de la actriz norteamericana, o la fineza de sus respectivas líneas faciales. Desde los ojos a los labios, o la afilada nariz, recuerdan en Charlene el rostro de trazos frágiles de la «reina de Hollywood». A parte del hecho de que ambas comparten ancestros alemanes, sangre plebeya y un porte casi aristocrático.

«Mademoiselle», como la llaman en Palacio, ha dejado claro que no quiere dejar de ser ella misma, pero la sombra de Grace sigue siendo muy alargada en un Principado cuyos súbditos anhelan volver a ver en el trono una sucesora a la altura de aquella que consiguió convertir una pequeña excrecencia rocosa de apenas dos kilómetros cuadrados en un prestigioso destino de la jet set. Potentados industriales, estrellas del séptimo arte, cotizados artistas, entre otros ricos y famosos, recalaban allí en busca de lujo y desenfrenada diversión a orillas del Mediterráneo.


Una roca sin brillo
Con su repentina muerte, Mónaco perdió parte de su brillo. Y sus dos herederas, Carolina y Estefanía, más que redorar la imagen y conservar el esplendor logrado por su madre, han contribuido con sucesivos escándalos a empañarla. Por eso, todos los ojos están puestos en Charlene. En ella muchos monegascos esperan ver revivir el espíritu y el glamour de Grace Kelly, una princesa de cuento a la que siguen aferrados y gracias a la que muchos supieron situar en un mapa este micro Estado encaramado entre Niza y la frontera italiana. Una presión que, por el momento, parece saber sobrellevar con discreción y elegancia. Dos cualidades que ya comparte con su antecesora. Sin duda, un modelo en quien se ha inspirado para labrarse un estilo que, más que propio, parece todavía «prestado».

Así, recientemente la aspirante a princesa se dejaba ver con un recogido de sorprendente parecido al moño a lo «Hitchcock» inmortalizado por la que fuera una de las musas y actrices fetiche del mago del suspense. Por no citar el gusto de la surafricana por el peinado a ondas estilo años 20 que Grace Kelly acostumbraba a lucir en sus salidas públicas y del que son testimonio numerosas imágenes.

La diferencia de época hace que en cuestión de diseñadores sus preferencias no sean exactamente las mismas, de no ser porque Gracia de Mónaco tenía como «couturier» de cabecera a Marc Bohan, que entonces dirigía Christian Dior, una de las firmas predilectas de la futura esposa de Alberto II, junto a nombres actuales como Stella McCartney, Ralph Lauren o Haider Ackermann.

Sin embargo, Charlene ha hecho de Giorgio Armani su modisto de referencia. No sólo deslumbraba con una de sus creaciones en la última fiesta nacional del Principado, sino que es el artífice del vestido nupcial. Una gran responsabilidad si la futura miembro de los Grimaldi quiere rivalizar con la difunta princesa. Y es que el diseño que Grace Kelly llevó al altar el día de su boda con Rainiero, además de ser el más copiado de la historia reciente, marcó un récord difícil de igualar. Diseñado por Helen Rose, ganadora de varios Oscar, fue el más caro realizado por la Metro-Goldwyn-Mayer, que tuvo el gesto de regalárselo a la que fuera una de sus máximas estrellas. De color marfil, fueron necesarios casi trescientos metros de encaje de Bruselas, de 125 años de historia, cien metros de seda, veinticinco de tafetán de seda, además de miles de perlas bordadas sobre el velo.

Icono de moda, la princesa Gracia ha dado nombre incluso a un bolso sólo al alcance de unas pocas privilegiadas. El «Kelly» de Hermès es un clásico y su edición tan limitada que la lista de espera se cuenta por años. De momento, todavía no existe un modelo «Wittstock» que asegure su paso a la posteridad, aunque el tiempo lo dirá.

Suceder a la estrella de Hollywood no supone menos reto que para Alberto II ocupar el trono que su padre, Rainiero III, dirigiera con mano firme durante cinco décadas. Al «príncipe constructor», que hizo de Mónaco un paraíso –y no sólo fiscal– vendiendo sueño y glamour, le ha sucedido el «príncipe moderno», a decir de sus gobernados. Prometió romper con años de una cierta opacidad reinante, mayor transparencia financiera y remplazar la vieja guardia instalada por el patriarca por generaciones más jóvenes. A día de hoy, aún queda trabajo por hacer. Pero mientras los monegascos veían a Rainiero III un soberano altivo, distante y frío, de Alberto II destacan su carácter «afable y cercano» y «su sentido del humor». Un personaje «menos intimidante y taciturno» que su progenitor. De hecho, a diferencia de sus padres, que contrajeron matrimonio en la Catedral San Nicolás del Principado, que fue grabada exclusivamente por los estudios de la MGM, el príncipe soberano ha decidido compartir el feliz evento con sus compatriotas. La ceremonia se celebrará en la plaza del Palacio y será accesible a los residentes monegascos.

No se trata de que la pareja emule al matrimonio de leyenda que formaron Rainiero y Grace, sino de que logre poner su personal impronta en Mónaco. Sus habitantes esperan con ansia el advenimiento de una nueva princesa, que, más que borrar las huellas de su predecesora, va a tener la difícil tarea de hacerse un hueco manteniendo vivo el mito y el recuerdo de Su Alteza Serenísima la Princesa Gracia.


Una boda de cuatro millones de euros
- No se trata del coste de los dos días, declarados festivos en el Principado y durante los que se celebrarán la boda civil y la religiosa. Esa cantidad es sólo la dotación votada por el Consejo nacional – el Parlamento monegasco – para sufragar los gastos de organización. A esos cuatro millones se suma el presupuesto de Palacio por un monto que no ha trascendido. Un enlace quizá menos fastuoso que el de Rainiero y Grace Kelly, que duró un día más.
- Un menú de chef, cien por cien mediterráneo. Llevará la firma del tres estrellas Michelin Alain Ducasse. El cocinero francés, nacionalizado monegasco, ha elaborado un menú con productos naturales, como las verduras recolectadas en el huerto que Alberto II tiene en Rocange. Como aperitivo: «Barbaguian d'été» a base de fina pasta rellena de espinacas y ricota.


4.000 invitados de toda condición
- Príncipes de Asturias
Aunque la Casa Real no ha querido confirmar aún quiénes asistirán al enlace, Mónaco incluyó a Don Felipe y Doña Letizia entre los asistentes
- Luis Alfonso de Borbón
Asistirá en calidad de duque de Anjou y puede hasta cruzarse con otro heredero al trono de Francia, el príncipe Juan de Orleáns
- Pippa Middleton
Ella podría ser una de las sorpresas del día, ya que su hermana Catalina y el príncipe Guillermo se encuentran de viaje oficial en Canadá
- Bruni y Sarkozy
La asistencia del presidente francés está confirmada, no así la de Carla, embarazada de cinco meses, aunque Mónaco se encuentra sólo a unas horas de viaje
- Karl Lagerfeld
El diseñador fue uno de los primeros en hablar sobre la boda: «Alberto debe adelgazar puesto que, de lo contrario, el traje no le entrará»
- Casa Real sueca
Victoria de Suecia y su marido Daniel Westling asistirán acompañados de otros miembros de la familia real


A la sombra del mito
Puede que su parecido con la fallecida Grace Kelly sea más que razonable, sin embargo, está claro que Charlene no tiene el carisma de Grace. Al menos de momento, la prometida del príncipe Alberto es sólo una «secuela» de aquella dama y se enfrenta al fervor comparativo del que resulta difícil salir victoriosa.
La reina de corazones
Inspiradora, magnética e irremediablemente bella. Todas esos atributos que sabía desprender ante la cámara la convirtieron en una estrella de Hollywood y en la legendaria princesa de Mónaco. Grace Kelly transformó a los Grimaldi en los protagonistas de un cuento de hadas con un trágico final.