Literatura

Literatura

Jorge Volpi: «La lógica excesiva lleva a la locura»

En 1993, un joven llamado Jorge Volpi terminaba «A pesar del oscuro silencio». En aquel primer relato comenzaba una tendencia que desarrolló en más de una ocasión, la de competir, literariamente hablando, en el «medio fondo», esa distancia que no define ni la novela ni el cuento. «El tamaño sí importa», asegura, y defiende aquel que ronda entre 50 y 80 páginas.

«En "A pesar del oscuro silencio"está el germen de todo lo que he hecho después»
«En "A pesar del oscuro silencio"está el germen de todo lo que he hecho después»larazon

Días de ira» (Ed. Páginas de espuma) reúne éste y otros dos relatos, el que da título al volumen (1997) y «El juego del apocalipsis» (2000).

-El libro incluye un texto a modo de prólogo, «Elogio del mediofondo». Se siente cómodo en este formato, pero la literatura arrincona, tanto que ni siquiera tiene un nombre. ¿Por qué?
-Porque es este territorio fronterizo entre el cuento y la novela que mantiene elementos de los dos. Tiene la fuerza y la contundencia de un cuento y alcanza la profundidad de la novela sin ser ninguna de las dos cosas. Es un género distinto, tiene sus propias leyes y recursos.
-Titula el volumen «Días de ira». ¿Se escribe desde la ira?
-A veces sí. Se escribe desde muchas posiciones, pero la ira, la voluntad de responder frente al mundo, también.
-En el primer relato, Jorge Volpi se obsesiona con Jorge Cuesta, un poeta que enloqueció y se suicidó. ¿Cuánto hay de él en usted?
-Bueno, Jorge se obsesiona con Jorge Cuesta, no sé si soy yo exactamente... Lo único autobiográfico es mi obsesión por él. Hice muchas de las cosas que el protagonista dice: revisé sus textos, entrevisté a personas cercanas a él, fui al cementerio a revisar su tumba...
-Trata de la locura, de la muerte y de por qué estamos aquí... ¿Es un tema recurrente en su obra?
-Sí, los tres lo son. La locura para mí es un tema central y probablemente lo es en este libro.
-¿Qué tiene la locura para atraer tanto a los escritores?
-Es otra forma de lógica para explicar el mundo.
-Pero usted es muy lógico, le gusta escribir sobre la ciencia...
-Claro, pero el exceso de lógica o el exceso de inteligencia, como en el caso de Cuesta, lleva a la locura.
-¿Dónde encuentra el equilibrio?
-Yo siempre he sido muy lógico y racional, incluso racionalista. Y la literatura es un misterio y un sinsentido, por eso me interesa tanto. Es un equilibrio hacia esa parte racional que siempre he tenido.
-En poesía hay poéticas... ¿Tiene algo parecido acerca de lo que es para usted la literatura?
-En algún sentido. En la segunda mitad del año se publica en Alfaguara un ensayo mío sobre el funcionamiento del cerebro y la ficción literaria, que es una especie de poética sobre la novela.
-Y llega a la conclusión de...
-Más bien explico algo bastante obvio: que la función principal de la narrativa es permitirnos vivir otras vidas. Y de esa manera confrontar la nuestra propia.
-¿Qué autores hacen eso en su caso? Creo que es francófilo por vocación y por trayectoria...
-Pero soy más germanófilo y rusófilo en gustos literarios. Tolstói, Dostoyevski, Thomas Mann, Musil o Broch son para mí en alguna medida mucho más importantes que Flauvert o Stendhal.
-Estos son tres relatos escritos hace años. ¿Entre el Jorge Volpi de entonces y el de ahora hay muchas diferencias?
-Obviamente, han pasado, sobre todo en «A pesar del oscuro silencio», casi veinte años. Sin embargo es un texto en el que me sigo reconociendo. En ese relato y en «Días de ira» está el germen de todo lo que he hecho después.
-En «Días de ira» trata otro tema troncal de su obra: la literatura tras la vida, el juego entre autor y personaje. Acaba diciendo: «Yo soy él». ¿Teme «llegar a ser él» alguna vez o es todo un juego literario?
-En los juegos literarios siempre termina uno reflejando sus propio miedos.