Policía

Buscadores de huellas

La Guardia Civil cuenta con un camión de criminalística para actuar en grandes catástrofes. Se utiliza para identificar «in situ» cadáveres irreconocibles en el menor tiempo posible

Dentro del vehículo (de once metros) hay sitio para la equipación de los agentes, material odontológico, máquinas para radiografías y fichas para tomar las huellas a los cadáveres
Dentro del vehículo (de once metros) hay sitio para la equipación de los agentes, material odontológico, máquinas para radiografías y fichas para tomar las huellas a los cadávereslarazon

MADRID-Las catástrofes no entienden que, para los familiares de sus víctimas, la incertidumbre es peor que conocer la noticia de la muerte de un ser querido. Cuando un avión se estrella, descarrila un tren, hay un incendio con víctimas mortales o un atentado terrorista, los cadáveres no siempre se encuentran en condiciones reconocibles y no es fácil, por tanto, identificarlos. Entonces, entra en «escena» el Equipo de Identificación en Catástrofes (EIC) de la Guardia Civil, una unidad que desde 1992 ha intervenido en todo tipo tragedias y siempre han logrado identificar el cien por cien de los cadáveres, que pueden estar calcinados o desmembrados. Fue tras la colisión de dos trenes en Chinchilla, Albacete, en 1993 (hubo 19 fallecidos, 17 de ellos, calcinados), cuando el equipo vio la necesidad de crear un laboratorio móvil que se desplazara al lugar para identificar cuanto antes a las víctimas y que «los familiares sufran la incertidumbre el menor tiempo posible», según explica F. Molinero, del Servicio de Criminalística del Instituto Armado. Y es que los agentes necesitan trabajar con ADN, radiografías, material odontológico y productos químicos –entre otras cosas– para conseguir ponerle nombre y apellidos a un cuerpo irreconocible. Para eso es necesario un gran laboratorio móvil con todo lo necesario para trabajar in situ y no tener que trasladarse para realizar pruebas, lo que demoraría aún más la identificación de las víctimas. Aunque quien desarrolla la importante labor no es el camión sino los 60 agentes que conforman el EIC. De esta forma, cuando un fallo técnico, humano o el odio de alguien decide sembrar de muertos cualquier paraje, el camión (de once metros de largo, nueve de ancho –desplegado– y cuatro de alto) y todo este equipo (formado por psicólogos, especialistas en ADN o biólogos), buscan las coordenadas y se ponen a trabajar en mitad del horror.