Festival de Venecia

Justicia poética

La Razón
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Al final, «Shame» ha sido víctima de una de sus grandes virtudes. Que Michael Fassbender, su magnífico protagonista, se fuera de vacío, era de juzgado de guardia. El problema es que la absurda normativa de la Mostra de Venecia impide que el León de Oro gane ningún otro premio del palmarés: sin ir más lejos, el año de «El luchador», Mickey Rourke se quedó compuesto y sin novio. Era, pues, cuestión de justicia poética: Darren Aronofsky no podía permitir que se repitiera la misma situación que subió su caché a costa del gran actor que le había resuelto la papeleta. El presidente del jurado de la Mostra 2011 sabe que «Shame» tiene una larga vida por delante, con o sin León de Oro.

También algo de justicia poética tiene que Sokurov se haya llevado el León de Oro. «Faust», una película que es más fácil respetar que adorar. La monumentalidad de esta libérrima versión de la obra de Goethe, a medio camino entre la pintura negra goyesca y el expresionismo romántico, despertó entusiasmos entre la crítica más exigente, porque su neobarroca densidad es de las que no hacen concesiones. Hasta el momento, Sokurov había pasado sin pena ni gloria por los palmarés de Cannes y Berlín: ahora ya es oficial que es uno de los grandes del cine europeo.
Lo sorprendente ha sido la repentina dimensión social de parte de los galardones.

Me refiero al premio al mejor director para el chino Cai Shangjun –su interesante pero fallida «People Mountain People Sea» tiene errores imperdonables de dirección en su trama final–, y, sobre todo, el Gran Premio Especial del Jurado para «Terraferma», que huele a presión de la industria para que el cine italiano se pusiera por fin una medalla jugando en casa.