Barcelona

El objeto de deseo

Artur Mas rebosaba ayer satisfacción, felicidad, rozaba el éxtasis. Será por fin el «president», tras tres intentos, tras dos decepciones provocadas por sendas alianzas que le hurtaron su mayoría ganada en las urnas. Pero no sólo por eso. Mas mira al futuro y no sólo imagina ya su despacho en el Palau de la Generalitat, mira al frente y ve a los dos principales líderes políticos de España buscando su abrazo para poder dirigir los designios de todo el país.

PP y PSOE dirimen su porvenir entre encuestas y sesudos análisis de futuro. Los de Rajoy lo ven más claro. A día de hoy todo apunta a que en 2012 ganarán, pero si todo sigue así, sin mayoría absoluta. En Ferraz son pesimistas, todo les sale mal, pero tienen un año y medio para evitar la debacle total, rezando porque la economía mejore y porque España no sea Irlanda. Eso sí, con la intención de voto de hoy, ambos necesitarán aliados para ocupar La Moncloa y habrá que buscarlos donde siempre: en Cataluña y el País Vasco.

Halagos de Estado
Mas sabe que en esa diatriba, en esa búsqueda de soportes para la gobernabilidad de España, CiU gusta más que el PNV a unos y a otros. Tanto PP como PSOE coinciden en alabar el «sentido de Estado» de su formación, frente a la poca fiabilidad que ofrecen los nacionalistas vascos, a día de hoy un peso difícil de aguantar. Y tiene más representación parlamentaria en Madrid que el Partido Nacionalista Vasco, liderada para más señas por el político mejor valorado, por el que más simpatías suscita en Génova y Ferraz, Josep Antoni Duran Lleida.

Ahora ese tándem, Mas-Duran, será el más buscado. Les toca decantarse, negociar, sacar la mayor tajada posible, política y económicamente. Con el PP sabe que tiene más puntos de encuentro ideológico que con los socialistas, pero eso, en la matemática política, suele ser una cuestión secundaria. Con ellos ya han recorrido el camino de la Moncloa, con Jordi Pujol en Barcelona y José María Aznar en Madrid, enterrando la hegemonía socialista de los ochenta y principios de los noventa, así que un pacto con Rajoy no sería nada nuevo.

Con los socialistas ya han pactado en cuestiones puntuales, y al final son ellos quienes le han hecho buena parte del trabajo «nacionalista» durante el tripartito de Montilla. Le ha allanado un camino que ahora sólo tiene que pavimentar. En el caso del PSOE, Mas estaría dispuesto a sustentar su continuidad en el poder siempre y cuando sea la fuerza más votada y Zapatero no sea el candidato. A día de hoy, no le consideran el compañero de viaje más rentable.

CiU, en esa atalaya desde la que observa a sus pretendientespelearse por conquistarle, sólo tienen una pega en la que PP y PSOE coinciden. La gran pretensión de Mas, el concierto económico, es rechazada de plano por las dos formaciones, es inviable en la agenda de los populares y de los socialistas. Ahora, con las llaves de Moncloa en su mano, hasta lo más inverosímil puede ser objeto de trueque, de cambalache que aúpe a unos y destierre a otros. A Mas le queda un año y medio por delante para dejarse querer, para ver a qué partido le aprieta más la necesidad y cuál de ellos le ofrece más por su abrazo, por su deseado abrazo.