Nueva York
La cárcel dorada de Asma al Asad
A la esposa del dictador sirio, liberal y educada en Londres, sólo le queda marchar al exilio con sus tres hijos
Muchos se preguntan cómo es posible que la glamorosa, intelectual y cosmopolita Asma al Asad, de 36 años, pudiera haberse enamorado del sanguinario dictador Bashar al Asad. Seguramente, el joven oftalmólogo que conquistó su corazón es un lejano recuerdo de lo que ahora representa el presidente sirio. Exactamente, Bashar está siguiendo a pies juntillas la política represiva de su padre, Hafez, al que tanto criticó al principio de su primer mandato «reformista».
Asma tenía 20 años cuando conoció a su prometido en una de sus estancias veraniegas en Damasco. La Siria que conoció en su juventud era la de una cálida tarde de verano en el hermoso jardín de la mansión familiar de los Akhras. Sus padres, el cardiólogo Fawaz Akhras y la diplomática retirada Sahar Otri al-Akhras, eran miembros prominentes de la comunidad siria en el exilio. Asma creció y se formó prácticamente en Londres. Recibió su educación en los mejores colegios londinenses, primero en el Queen College y después completó sus estudios superiores en el King's College, donde se graduó en 1996 con una licenciatura en Informática y un diploma en Literatura Francesa.
Su carácter competitivo e intuitivo la llevó al éxito profesional y ocupó un puesto de gestora de fondos de inversión en el Deutsche Bank en Londres y en J. P. Morgan en Nueva York. Quizá la discreción sea el rasgo más notable de su personalidad. La prometedora mujer de negocios regresó a su Siria natal dos meses antes de la boda. El futuro presidente y la joven bancaria habían llevado su noviazgo en el más absoluto de los secretos.
Dicen aquellos que la admiran, que Asma fue la que impulsó a Asad a llevar a cabo reformas democráticas en su primer mandato, y siempre se implicó en actividades de defensa de los derechos de las mujeres y los niños. La primera dama se ganó el amor de los sirios con apariciones inesperadas en eventos caritativos para recaudar fondos para los más desfavorecidos. A Asma le gustaba mezclarse entre la multitud y mostrarse natural y cercana al pueblo.
A pesar de la baja popularidad de Asad, los sirios aún simpatizan con la primera dama. Asma es un icono de modernidad en el mundo árabe y muchas mujeres árabes de la alta sociedad aspiran a seguir su ejemplo. Para los sirios, representa lo mismo que Lady Di. Pero ahora las cosas han cambiado mucho y la imagen de la familia Asad se deteriora a medida que crece la sangrienta represión, que se ha cobrado más de 5.000 vidas inocentes en once meses.
La luz de Asma se apaga en el ocaso del régimen sirio. Seguramente, vive en una profunda contradicción. Como esposa del dictador se debe a sus órdenes, como madre de tres hijos se le debe de romper el corazón cada vez que las fuerzas de seguridad torturan y matan a un menor.
Las revistas femeninas internacionales más importantes, que siempre se han desecho en elogios hacia ella por su elegancia, magnetismo e inteligencia, se muestran más críticas a la hora de hablar sobre ella. El diario británico «The Independent» publicó el pasado mes de octubre unas declaraciones de unos trabajadores humanitarios que explicaban la «indiferencia» de la esposa de Asad al escuchar los relatos sobre las matanzas y atrocidades del régimen.
Esta semana, el diario «The Times» publicó un extenso reportaje sobre la figura de la primera dama y su futuro si cayera el régimen de Asad. El rotativo británico destacó que Asma es «una prisionera, obligada a permanecer en silencio e incapaz de abandonar el país con sus hijos». Hace unos meses, varios medios británicos informaron de que la familia Asad ha estado vendiendo algunas de sus propiedades en el extranjero, incluida una lujosa mansión en el corazón de Londres, valorada en cerca de 12 millones de euros, para poder disponer de efectivo por si se vieran obligados a salir del país.
Y al parecer, las cosas se están poniendo muy feas para los hijos y la esposa del presidente sirio, pues según un diario egipcio, que citó fuentes opositoras, la familia de Asad, incluida la madre de éste, intentó huir de incógnito el domingo de la semana pasada, pero al acercarse al aeropuerto unos rebeldes dispararon contra los vehículos en los que viajaban y tuvieron que retroceder. A Asma y sus hijos no les queda otra salida que la de abandonar Siria. Cuando caiga, Asad no podrá optar a un cómodo exilio como su contemporáneo tunecino, Zine El Abidine Ben Ali, que se encuentra en Arabia Saudí, o el ex presidente yemení Ali Abdullah Saleh, al que se le concedió la inmunidad a cambio de que abandonase el poder.
La «rosa del desierto»
Apodada por la revista «Vogue» como la «rosa del desierto», su imagen está ahora empañada por las revueltas en Siria. Según analistas consultados por el diario «The Times», Asma al Asad apoya totalmente al régimen de su marido. Otros creen que está «horrorizada», según explica al diario inglés Malik al Abdeh, editor del canal de televisión opositor Barada TV, quien fue su vecino en un barrio del oeste de Londres. «Su ética y moralidad fue formada aquí. Creo que debe de estar impactada». También recuerdan su labor humanitaria. Es promotora de la ONG Massar que cumple tareas caritativas en beneficio de la niñez desprotegida. Comprometida con los derechos humanos, la esposa del presidente sirio ha liderado la lucha por los derechos de las mujeres en el mundo árabe.
✕
Accede a tu cuenta para comentar