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Perversión

La Razón
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La Unión Ciclista Internacional (UCI) avisó a Alberto Contador de que había dado positivo con unos valores insignificantes de clembuterol y le recomendó al doctor De Bower para que investigara la vía de una intoxicación alimenticia. La UCI, en lugar de denunciar al laboratorio de Colonia por filtrar una información que atentaba contra la vida privada de su más destacado deportista, remitió a la Federación Española de Ciclismo un informe para que juzgara si el corredor había infringido el reglamento. La Federación Española envió la pormenorizada defensa de Contador a la UCI y a la Agencia Mundial Antidopaje para que también se pronunciaran. No recibió respuesta. La Federación estudió las pruebas aportadas por el ciclista y le declaró inocente. La UCI ha esperado al último día para anunciar que recurrirá el fallo de la FEC ante el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS). Antes de emitir el obligado, pertinente y elegante comunicado oficial, lo filtró, como el laboratorio de Colonia, a un periódico de su cuerda.

Veinticuatro horas antes falleció Elisabeth Taylor en Los Ángeles. La segunda luna de miel de «La mujer indomable» con Richard Burton, en Suráfrica, descubrió a Pat McQuaid compitiendo con nombre falso en una carrera vetada por el Comité Olímpico Internacional como protesta por el «apartheid». McQuaid cumplió seis meses de sanción. El COI le eligió el año pasado para su Comité Ejecutivo. Si McQuaid no ha ingerido clembuterol, ha tomado cosas peores. Su perversión no tiene límites. El código deontológico del COI es pura fifa, perdón, filfa. Y nos extraña el cachondeo de la LFP. Al final, el único organismo castigado, el de Contador.