Murcia
OPINIÓN: Ancianos
Ayer me comentaba una gran amiga que había ido a ver a su abuela a la residencia en donde ahora vive. La anciana sabía que ella era de su familia, no sabía si una hija, un sobrino o una nieta, pero la sabía un familiar. Todo el tiempo la agarraba del brazo y le decía: «Llévame contigo, yo me voy contigo, a casa»-Y sonreía. Mi amiga le decía: «Pero abuela, ahora ésta es tu casa». «¡Qué va a ser ésta mi casa!»-Le espetaba- «Coge esos almohadones de plumas y esas mantas. ¡Y nos vamos a casa!». Aunque el relato entristece y las residencias se nos antojan lugares inhóspitos y sin calor humano, lo cierto es que es la única salida para muchas familias; también existe el egoísmo de los hijos, en otros casos. La realidad social está cambiando, la natalidad baja; la población de inmigrantes estuvo incrementando esta tasa en los tiempos de artificial bonanza económica, pero recientes datos demuestran que se han parado en seco. Ni inmigrantes ni españoles queremos tener hijos. Así pues, estamos convirtiéndonos en una muy nutrida generación de futuros ancianos. Yo tengo miedo a la vejez, a no poder valerme por mí misma, al colapso de las residencias, a ser una de esas ancianas que viven en una casa llena de mugre porque no pueden valerse por sí mismas ni sus recursos les alcanzan para contratar a nadie. Hay muchos pobres viejos en España que viven en el más triste desamparo. Y hay crisis, y las pensiones peligran, y nos hacemos viejos, y me hago vieja, y tengo miedo.
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