Barcelona

Centralizar e internacionalizar por Pedro A Cruz

La Razón
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Se acaban de dar a conocer los datos correspondientes al quinto barómetro del Observatorio de la Cultura, dependiente de la Fundación Contemporánea. Este último estudio, confeccionado a partir de las entrevistas realizadas a 111 profesionales del medio, ofrece una foto fija excepcional del sector cultural español durante el último semestre del año 2011. Si hubiera que llamar la atención sobre algunas de las tendencias fuertes reflejadas en los diferentes cuadros de datos suministrados, aquéllas que sobresalen de manera especialmente expresiva son: de un lado, la necesidad percibida, entre los propios agentes culturales, de diseñar una ambiciosa política de internacionalización, que aclare la salida al exterior de los productos españoles; y, de otro, el traumático proceso de «centralización» que está sufriendo la cultura española, como consecuencia de la quiebra del modelo de financiación autonómico. Con respecto al primer punto, hay datos que hablan por sí solos: el 61,3 por ciento de los encuestados reconoce otorgar prioridad a todas aquellas acciones que permitan una internacionalización de sus empresas, impelidos por la lamentable situación del mercado nacional. Sin embargo, el 65,8% de esta masa crítica reconoce que la repercusión internacional no tiene peso alguno en la facturación, lo que lleva a un panorama ciertamente preocupante: el tejido empresarial es consciente de que no hay mercado interior para mantener siquiera a corto plazo su escuálida estructura industrial, pero no tiene ni idea de cómo asumir un cambio de modelo que le lleve a bascular gran parte del volumen de negocio hacia el exterior. Por otra parte, no resulta sorprendente a estas alturas que en la lista de las 20 mejores iniciativas culturales desarrolladas en España, el 80 por ciento se desarrollen en las ciudades de Madrid y de Barcelona. Autonomías y ayuntamientos han reducido su apuesta cultural a una mínima expresión, y ello ha mermado considerable y traumáticamente la profundidad de campo de la cultura española.La cuestión ahora es: si sumamos este «giro centralista» al referido déficit de internacionalización, ¿no estamos derivando peligrosamente hacia esquemas por entero obsoletos y sin recorrido alguno en un mercado cada vez más deslocalizado y policéntrico?