Debate Estado Nación

El último pulso frente a Rubalcaba

El candidato del PSOE no quería asumir el desgaste de unos nuevos Presupuestos

El presidente del Gobierno ayer, en La Moncloa
El presidente del Gobierno ayer, en La Moncloalarazon

MADRID-¿El valor de la palabra dada? ¿Agotar la Legislatura? ¿Lo responsable es gobernar hasta marzo? ¿Por España y por la estabilidad económica?... Son tantas las preguntas que podrían hacérsele hoy a Zapatero sobre los argumentos que mantuvo hasta antes de ayer para no adelantar las elecciones que necesitaríamos un suplemento especial. No es la primera vez, a pesar del santo y seña con el que llegó a La Moncloa – «el valor de la palabra dada»- que el presidente del Gobierno desmiente con decisiones sus propias afirmaciones. ¿Recuerdan? Sus sucesivos cambios de Gabinete, la fecha en que anunciaría su decisión de no repetir un tercer mandato, su empeño en celebrar primarias, el final de la negociación con ETA, su salida social de la crisis, su palabra de que no congelaría jamás el sueldo de los funcionarios, su promesa de no tocar las pensiones de los jubilados…

Y no es que Zapatero tenga afición a desmentirse a sí mismo, sino que la situación de debilidad en la que quedó en el Gobierno y en el PSOE tras anunciar el pasado 2 de abril su decisión de no presentarse a la reedición le ha llevado a transigir con no pocas cuestiones que le han venido prácticamente impuestas. Ocurrió con las primarias, que comprometió para la elección del candidato , ocurrió con la última remodelación de su Gobierno, que tuvo que afrontar tras la salida de Rubalcaba, y ha vuelto a ocurrir con la fecha de las elecciones generales. Es verdad que, como ayer dijo en su comparecencia pública, la decisión de que las elecciones debían celebrarse en otoño la tomó hace tiempo. Algunos sitúan la fecha pocos días después de la debacle del 22-M. Lo que no tenían claro ni Zapatero ni los suyos era cuándo desvelar la fecha y si debían empezar los contactos para intentar la elaboración de los próximos Presupuestos Generales del Estado. Pero en principio los «zapateristas» se inclinaban por cumplir hasta el final y en un nuevo ejercicio de responsabilidad presentar el proyecto de cuentas públicas para 2012 en la Cámara Baja aunque no se tuvieran apoyos suficientes. Una vez salvado el trámite formal, anunciar a finales de septiembre la convocatoria de elecciones. Ésta era su apuesta, pero no la del candidato del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, que no parecía dispuesto a asumir en una campaña electoral el desgaste de un borrador de Presupuestos que iba a ser claramente restrictivo.

El debate entre los partidarios de una y otra estrategia era tan intenso que, el jueves una vez acabado el periodo de sesiones en el Parlamento y con la euforia contenida del Comité Electoral por el CIS en el que Rubalcaba había recortado 3,3 puntos la ventaja del PP, Zapatero cruzó varias llamadas para volver a sondear la opinión de algunos de los responsables del partido y convocó a una reunión por la noche en La Moncloa al portavoz del Gobierno y vicesecretario general del PSOE, José Blanco, y a Rubalcaba. Previamente este último había estado reunido por la mañana con su Comité Electoral, y por la cita se pasó también José Enrique Serrano, jefe del Gabinete del Presidente, puesto al que llegó de la mano del hoy candidato del PSOE.

Cuando Rubalcaba llegó a La Moncloa se propuso convencer a Zapatero de que lo mejor era anunciar ya la fecha electoral. Primero para rebajar la presión política sobre el asunto, segundo para evitar el trance de los Presupuestos y tercero porque el CIS empezaba a reflejar un cambio de tendencia que convenía aprovechar durante la elaboración del programa electoral. Se empeñó a fondo y lo logró. Zapatero perdió así su último pulso y acordó con el candidato y con Blanco que anunciaría la fecha de las elecciones en la comparecencia que tenía prevista tras el Consejo de Ministros. La decisión se tomó a última hora de la noche y por la mañana se comunicó al Gobierno, al secretario de Organización del PSOE, Marcelino Iglesias, y algunos portavoces parlamentarios, incluido el presidente del PP, Mariano Rajoy. La reacción de algunos sectores del PSOE fue de perplejidad. «Una contramarcha más», exclamó uno de los pocos zapateristas que quedan en el PSOE, partidario de que el Gobierno hubiera afrontado la elaboración de los nuevos Presupuestos. «Dejamos así el camino expedito al PP, las comunidades Autónomas no tendrán que retratarse antes de las elecciones con la elaboración de sus Presupuestos», defendía otro miembro de la dirección federal más partidario de que Alfredo Pérez Rubalcaba tuviera más tiempo para construir su proyecto y despegarse de la que ha sido la acción del Gobierno.

Hay una amplia mayoría del partido que comienza a ver cierto nerviosismo en Rubalcaba y cree un error que el candidato no espere a ver si el resultado del CIS es una tendencia o sólo un espejismo. Porque sepan que pese a lo que ayer dijo Rubalcaba, en el PSOE no hay quien dude de que la decisión la tomó el candidato.


EL DATO
Blanco tira de encuesta
La noche del jueves, durante una reunión entre José Luis Rodríguez Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba y José Blanco, este último aseguró tener una encuesta mejor que la del CIS –que aseguraba que Rubalcaba había recortado 3 puntos al PP–. El titular de Fomento, de esta forma, buscaba vender una reedición de lo ocurrido en 2004, cuando el PSOE, con las encuestas en contra, ganó las elecciones.


La estrategia de negar la evidencia
Pese a que en privado muchos diputados del PSOE clamaban por un adelanto electoral, de cara al público los socialistas se mostraban a favor de agotar la actual legislatura a cualquier precio. Ésta ha sido la estrategia tomada por los socialistas después del varapalo en las elecciones autonómicas y municipales del 22-M. José Bono, Manuel Chaves o Elena Salgado son algunos dirigentes del partido que hasta última hora han negado la evidencia.


Un clamor sin ideologías
LAS ENCUESTAS
57% de los ciudadanos imploraba un adelanto electoral. Así lo recogieron los principales periódicos en sus encuestas e incluso le dedicaron portadas y algún editorial en los últimos meses.