Elecciones andaluzas
Tenemos un problema
Durante el día de hoy se darán a conocer los nuevos datos de intención de voto de la encuesta que realiza el Centro de Análisis y Documentación Política y Electoral de Andalucía (Capdea). Sin que se hayan conocido todavía, sí podemos asegurar que vendrán a confirmar lo que en repetidas ocasiones han revelado con insistencia otras encuestas similares en estos últimos tiempos: que el PSOE pierde fuelle a pasos agigantados en Andalucía (un punto y medio al trimestre, aproximadamente) y que, simpático o no, el PP está en condiciones de conseguir inédita y eventualmente el Gobierno de la comunidad. La de hoy no es una encuesta, por tanto, que aporte mayor novedad salvo la de decir lo mismo una vez más. Pero también la de apuntar que el PSOE y, en concreto, su líder en Andalucía siguen sin enterarse bien de lo que pasa exactamente. Griñán mantiene el convencimiento –o al menos eso trata de hacer ver– de que los socialistas aún pueden remontar ese resultado y mantener el Gobierno y que, con un esfuerzo ejemplar de los cuadros de su partido, volverían a colocarse las aguas en su sitio. Y eso es precisamente lo que ni Griñán ni el PSOE han terminado de entender: que ni éstas son las mismas aguas ni tampoco éste es ya el mismo río. El PSOE ha dejado de ser la identificación sociológico-política más importante de Andalucía porque igualmente la ideología ha dejado de ser elemento suficiente para satisfacer las prioridades en tiempos de dificultad.Ser socialista en Andalucía no tenía más mérito –aun siendo históricamente natural– en los tiempos de bonanza en los que se podía engañar hasta a los listos. Hoy no basta. Y eso es lo que reflejan las encuestas, que, aunque mayoritariamente de izquierdas, los andaluces tienen intención de no votar al PSOE. O lo que es lo mismo: que Andalucía empieza a votar sin remordimiento al Partido Popular. Puede que el PP no resulte todavía un partido simpático, como las encuestas igualmente insistirán en reflejar, pero parece evidente que unas elecciones no las gana la teórica simpatía de un candidato o de un partido sino que las perderá el evidente rechazo que produzca un presidente o un gobierno.Y es difícil, si no imposible, pedir a los andaluces que reconsideren su actitud porque si aun siendo de izquierdas deciden votar a la derecha es porque ya consideran al Partido Socialista un obstáculo o un problema o hasta puede que un enemigo de su propio progreso.
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